lunes, 28 de julio de 2014

Ralladores, Mandolinas Y Otros Artefactos.







Desde antiguo los alimentos han precisado una cierta manipulación para poder consumirlos. Una adaptación de las materias primas a nuestra forma de comer que ha ido evolucionando de forma paralela a la inteligencia del ser humano.

No es difícil encontrar en multitud de culturas arcaicas todo tipo de rudimentos de molturación, morteros y demás industrias que nos dan idea de la aptitud de nuestros antepasados para elaborar los alimentos, ingenios que han acompañado a la evolución del hombre.
Se trata de utensilios sencillos, donde nuestra fuerza motriz se ayuda de palancas y resortes ingeniosos,  que suponen sin duda una primera intuición de las leyes de la física desde la necesidad primaria de alimentarse.

Muchos de ellos están aún en nuestras cocinas, a pesar de la invasión de aparatos eléctricos de todo tipo no es difícil recurrir a estas sencillas maquinas que hasta no hace demasiado tiempo formaban parte habitual del ajuar domestico de muchas casas.


Quizás uno de los más comunes y prácticos son los ralladores.

ANTIGUOS RALLADORES ALEMANES


Un sencillo aparato que mediante una superficie rígida y de cierta dureza nos ayuda a desmenuzar y triturar todo tipo de alimentos con el fin de llegar a cocinarlos de forma adecuada.

Los hay de muchos  tipos, pero tienen en común el mismo sistema para su funcionamiento.
Pequeñas cuchillas que protegen nuestras manos son suficientes para desmenuzar, triturar y sacar el jugo de multitud de alimentos.
Se podría decir que rara es la comida que no precise de algún tipo de rallador o de alguno de sus parientes cercanos, mandolinas, mondadores, rascadores, o tamices.





Resulta curioso descubrir en multitud de comercios de anticuarios y chamarileros muchos artefactos de cocina olvidados en el tiempo y que llegan a estos interesantes sitios formando parte del conjunto completo de enseres de una casa que por reglas de la evolución del tiempo tiene que deshacerse.

Normalmente son objetos insignificantes que pasan a un segundo término frente a valiosas piezas de menaje y servicios de mesa, pero que nos dan una idea clara de cómo fue la vida en aquella casa.


http://www.todocoleccion.net/

No os será difícil encontrar algún rallador, colador, prensa, mondador y multitud de ingeniosos objetos, que tenían como fin facilitar al intendencia de un hogar antes de que nuestra sociedad de consumo uniera la industria con la logística y tuviéramos acceso a muchos productos manufacturados, triturados y empaquetados.

Aun así estas pequeñas y sencillas maquinas nos acompañan y ayudan en nuestra cocina y forman parte cotidiana de la elaboración de nuestras comidas.




En esta ocasión hablamos de los ralladores, pero hay multitud de artefactos aun en uso, muy curiosos que de los que os iré contando cosas.

Aprovecho la ocasión para hablar de la cebolla, un ingrediente indispensable en muchas de nuestras comidas.

Resulta interesante apreciar como la utilización de la cebolla en nuestras dietas es muy común, tanto cruda como cocinada en múltiples formas.
Pero es aún más interesante apreciar como su sabor varía según se utilice en muestras comidas, y es posible que rallada sea la forma más delicada de apreciar su tenue sabor en muchas de nuestras recetas.
Es prácticamente insustituible.





Yo tuve la oportunidad de descubrir este sutil matiz con una receta del norte de España muy conocida.

La merluza en salsa verde.

Este suculento plato, aunque se cocina por casi todo el litoral del cantábrico, es quizás en las zonas costeras del País Vasco donde se le atribuye su esplendor. 
No resulta difícil de preparar, en este blog tenéis una referencia  en merluza en salsa bastante verde.

Siempre tuve algunas dudas sobre los sencillos ingredientes de esta comida, no tiene nada de especial, una buena merluza, algunos ajos, perejil fresco, y guisantes o espárragos.

Pero resulta curioso que en algunas ocasiones el sabor de este guiso de marmita era especialmente delicioso, un matiz difícil de apreciar pero importante.

Un día una amiga de aquellas tierras me dio la explicación.
En la receta tradicional se añade un poco de cebolla rallada en el sofrito, una cantidad imperceptible, pero suficiente para obtener la perfección de esta excepcional comida.


Con esta pequeña anécdota os sugiero que vayáis a vuestras cocinas y les deis el merecido reconocimiento a esos sencillos artilugios con esta magnífica comida. 









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