Todo un clásico, otra
conocida unión entre hortalizas con su correspondiente aliño.
Dos ingredientes sobresalen en
esta acertada combinación. El pepino y el queso. Ambos muy comunes en los recetarios de todo el fondo oriental del mediterráneo.
Si pensamos en estos dos
sabores y añadimos el orégano ya tenemos la esencia de nuestra ensalada.
En este caso hablamos del
queso denominado feta, otra reliquia gastronómica que ha permanecido en nuestras
mesas desde la antigüedad clásica.
Es una elaboración tradicional
de Grecia y Turquía, que se ha extendido por los Balcanes y ha llegado hasta Dinamarca, donde también es habitual su consumo.
Consiste básicamente en el
cuajo de leche originariamente de oveja y cabra conservado en salmuera, una maceración
que le da un sabor característico y que lo emparenta con toda la secuencia de
derivados y fermentos lácteos tradicionales de las cocinas de estos países.
No
es difícil encontrarlo hecho también con leche de burra o de yegua.
El feta tiene algunos parientes distinguidos como el halloumi,
tradicional de la isla de Chipre, con unas características muy similares,
aunque no ha llegado a entrar en el mundo mediático-industrial de la cocina de
masas y es algo más difícil de encontrar,
por eso suele ser de una gran calidad.
Todos estos derivados lácteos
se han extendido por muchos países de la cuenca del mediterráneo, resulta
evidente que una base de cuajo de leche conservado con algo de sal es una combinación
muy sencilla para pasar desapercibida en las cocinas ancestrales.
Actualmente su sabor es algo
más suave porque se suele elaborar industrialmente con leche de vaca, pero no debéis
dejar de intentar probar el original hecho con leche de cabra, será un sabor difícil
de olvidar.
Nuestra ensalada necesita algún
otro ingrediente interesante que completa está feliz unión.
Necesitamos unos tomates, algo
de cebolla y unas aceitunas negras.
Delantal.
Primero los pepinos, se
pelan y se trocean con una tamaño regular no demasiado grande.
Debemos de eliminar la zona
central de las pepitas, yo aconsejo, demás macerar los pepinos con algo de limón
y pimienta negra mientras seguimos. Lograremos un sabor más agradable.
Ahora troceamos la cebolla
en trozos de un tamaño similar, también podemos matizar su jugo con algo de
limón.
El queso feta suele venir
cortado en trozos adecuados de tamaño, si no haremos lo mismo.
Por último los tomates, los
cortamos en trozos similares a las otras hortalizas. Conviene reservar algo del
jugo para aliñar el conjunto.
Las aceitunas negras las podemos encontrar
en conserva deshuesadas de bastante calidad, aunque merece la pena buscar
alguna clase de oliva de variedad negra autóctona del mediterráneo.
Ya sabéis que las aceitunas
negras, salvo alguna excepción de tipo marrón o morada, son el fruto que se
recoge algo más maduro, suele tratarse de variedades tempranas que se dejan
madurar algo más de tiempo.
Necesitamos un cacharro
amplio, normalmente es más practico aliñar nuestra ensalada en un lugar distinto
a donde vamos a servirla, pero para una comida informal es agradable aliñarla
en el momento de consumirla.
Colocamos los ingredientes
bien distribuidos y mezclados, la proporción es aleatoria, aunque es mejor que
la cantidad de aceitunas y cebollas sea algo menor.
Vamos añadiendo algo de sal y
el orégano, y dejamos macerar ligeramente seguimos con el vinagre, el resto de
zumo del tomate y por último el aceite.
The End.
Es una ensalada que se debe
de tomar algo fresca.
Os servirá como un perfecto
entrante de una buena comida y también acompaña a otras muchas. Carnes y
pescados asados, algún frito.
Vosotros mismos decidís.
He conocido esta ensalada
con algo de pimiento verde, y también con hierbabuena, una especie muy común en
las comidas turcas que incluyen el pepino.
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