lunes, 21 de julio de 2014

Rosca Italiana.





Esta es otra de esas comidas que llega del recuerdo.
Un recuerdo del norte de Italia.
Un restaurante sin importancia, uno de esos bares de carretera con cierto encanto que por casualidad se cruza en nuestro camino. Una elección posiblemente guiada más por alguna intuición que por el azar.

El resultado, una comida que se queda retenida en nuestra memoria.

El recuerdo agradable de unos sabores que somos capaces de recomponer pasado el tiempo.
Pero no solo los sabores de aquella sencilla comida se quedaron en mi memoria, también recuerdo su aspecto detrás de una vitrina.
Señale con el dedo, por no estar muy seguro de expresarme correctamente en el idioma del país y la complacida cara de la dependienta acompaño a estas palabras.
¿La quiere usted caliente? Esta recién hecha.
Resultaba evidente que había que tomarla así. Y que además mi elección era acertada.
Efectivamente se trataba de una comida popular del lugar y según me confeso mi amable interlocutora, aquella concretamente, estaba hecha con la receta de su casa, la receta de su infancia.


En realidad se trata de una comida bastante sencilla, localizada en la zona de la ciudad de Parma, emparentada con toda la secuencia de empanadas y tortas rellenas muy comunes en toda la zona del levante español, Cataluña y Aragón.

Algunos de vosotros habréis oído hablar también del pan stromboli, un  pariente siciliano cercano de nuestra rosca, donde la alusión a su nombre le viene de la explosión del queso mozzarella que surge desde su interior al hornearlo.



LA ISLA SICILIANA DE STROMBOLI CON SU VOLCÁN.


De nuevo la historia se mezcla en nuestras mesas.
No es difícil suponer que la enorme relación en el tiempo entre las zonas del litoral mediterráneo español y esta parte de Italia haya dado lugar a interesantes mestizajes entre comidas.
El ducado de Parma y de la vecina Piacenza, estuvieron vinculados políticamente desde principios del siglo XVIII  y con ciertos periodos irregulares en el tiempo, a la corona de España, hasta la reunificación de Italia hacia finales del siglo XIX.

FELIPE I DE PARMA PINTADO POR JEAN RANC


Esta especie de masa rellena tiene bastantes variantes, voy a trascribiros la que probé en aquella ocasión, pero vosotros mismos podéis interpretar esta receta.

Se trata de una especie de empanada rellena de carne, donde el ingrediente principal es la salchicha.
Un embutido bastante especiado muy común por aquella parte del país y del que ya hemos estado contando cosas en este blog
Ya nos habla de esta salchicha el propio Leonardo da Vinci, es muy común encontrarla como ingrediente imprescindible en la reconocida salsa boloñesa.

Vamos a adentrarnos en este suculento e interesante plato que nos va a servir para cualquier comida agradable en nuestra casa o incluso para llevárnosla de excursión.


Delantal.






La masa de esta comida suele ser la misma que se utiliza de base para las pizzas, con lo cual es muy fácil de encontrar en nuestros comercios habituales, os aconsejo usar una de buena calidad.

También podéis lanzaros al apasionante mundo de amasarla vosotros mismos. Agua, harina, sal, y algo de levadura.
Hacemos una masa homogénea bien trabada con su tiempo de reposo al fresco.

Ahora viene el relleno, que es sencillo pero peculiar, sus ingredientes son importantes para conseguir el sabor exacto.




Algo de salchicha fresca de buena calidad, salami, algo de tomate natural rallado, huevo duro picado, aceitunas y queso de tipo parmesano maduro para rallar.

La elección del tipo de queso de Parma es importante por su sabor característico, elaborado con leche de vaca, macerado y bastante curado, lo cual le da un sabor peculiar y una textura dura que permite rallarlo o cortarlo menudo.
Pero podéis utilizar algún otro queso de los muchos que podemos encontrar con cierto parecido.

En este caso yo he utilizado un queso de cabra denominado Payoyo, de la sierra de Cádiz, en España, debido a la variedad de cabra payoya con cuya leche está elaborado.
Un interesante queso que ha traspasado merecidamente las fronteras de su lugar de origen y que debéis de conocer.


Mientras nos vamos preparando ponemos unos huevos a cocer con agua y sal. Unos 10 minutos son suficientes.
La cantidad dependiendo del tamaño de nuestra rosca, como referencia para una base de pizza normal necesitamos dos huevos.

Partimos la salchicha sin piel en trozos menudos, hacemos lo mismo con el salami.




En una sartén con un fondo de aceite refreímos un poco de cebolla en trozos muy pequeños. O mejor rallada. Añadimos la salchicha y dejamos cocinar no demasiado tiempo.




Añadimos entonces el tomate rallado, no demasiada cantidad como ½ tomate para la proporción que manejamos.
Dejamos cocinar suavemente añadiendo un poco de orégano




Cuando notemos que esta cocinado dejamos reposar sin calor.

Pelamos los huevos duros y los picamos en trozos pequeños, mezclamos con las aceitunas también troceadas.
En este caso hemos utilizado unas aceitunas negras.




Rallamos el queso, o lo cortamos en trozos muy pequeños si no estuviera muy curado.

Añadimos todos estos elementos del relleno a la sartén y mezclamos muy bien para que intercambien sus sabores.





Añadimos también un huevo batido para hornear.
La sal escasa porque los ingredientes la tienen en abundancia y se va a potenciar con el calor.

Vamos encendiendo el horno fuerte. Ahora le toca a la masa.

Extendemos nuestra base de pizza hasta conseguir un rectángulo de forma regular.






Añadimos el relleno de forma ordenada de tal forma que podamos formar un rulo con la masa
La técnica consiste en dejar una parte final de la masa sin relleno para poder cerrarla.




Ordenamos bien y le damos forma de rosca. 

Puede compensar la falta de práctica usar un molde de horno de forma circular.





Una vez tengamos nuestra rosca la colocamos sobre papel refractario y la cubrimos con la yema de un huevo batida.






Horneamos hasta que vaya adquiriendo un tono dorado, no requiere demasiado tiempo, entorno a unos 20 minutos.
El tiempo de preparar una ensalada agradable.

Sacamos del horno y dejamos enfriar al aire. Podemos tomarla templada o incluso fría.

Si os sobra algo, pensar en la merienda.


The End.






Se deja acompañar por alguna ensalada sencilla o un tomate bien aliñado.
Vinos, cualquiera desde tintos o algún blanco frío.



Es también una buena ocasión para recurrir a los vinos italianos. Si tenéis a mano probarla con un lambrusco o un chianti bien fríos.





Es una estupenda comida que os sorprenderá por su intenso sabor mezcla de sus ingredientes, que en mi caso no hubiera sido capaz de adivinar de no ser por la simpática camarera que no tuvo ningún inconveniente en compartir conmigo esta comida de su infancia.


No olvidéis que les encantara a los niños. Es posible que vuestros hijos también recuerden algún día esta comida.



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