Esta es una comida antigua,
una comida vinculada al litoral del sur de Europa, a Andalucía.
Sus ingredientes son productos del mar, ambos interesantes,
muy sabrosos y perecederos, por lo que se deben consumir muy frescos.
Yo rescate esta comida de una
buena amiga, al parecer apareció en un recetario de cocina doméstico, uno de
esos manuscritos aparentemente sin importancia que se guardan en el cajón de
algún mueble de cocina olvidado en algún trastero.
Sea cual sea su origen es
desde luego importante, seguro que ha formado parte de cualquier menú especial
de comida de domingo, o de esas celebraciones de algún acontecimiento
relevante.
Si seguís leyendo vosotros
mismos podéis juzgarlo.
Los calamares son unos
moluscos muy comunes en la cocina, muy habituales en España e Italia y casi
toda la cuenca mediterránea.
También se conocen muchas
recetas populares en Japón, Tailandia y en gran parte del sureste asiático.
En la costa pacífica de
Méjico se suelen cocinar con arroz y maíz.
El calamar es un alimento
beneficioso para nuestra salud, aporta una cantidad importante de proteínas,
además de muy pocas calorías.
En definitiva un producto
muy sabroso y nutritivo que puede darnos multitud de posibilidades en nuestra
cocina.
Solo un ligero contratiempo
supone un aporte muy alto de colesterol debido a su grasa, por lo cual es
recomendable tomarlo con moderación en nuestra dieta.
Para el relleno usaremos
unas huevas de merluza que suelen ser bastante comunes.
Las huevas frescas suponen
una aporte importante de proteínas y de fósforo en cantidades considerables,
pero al igual que nuestro otro ingrediente también tienen un alto contenido en
colesterol.
Se trata sin duda de una
comida intensa.
Delantal.
Limpiamos muy bien el calamar, retirando al fina película oscura que lo envuelve y vaciando su interior y retirando la membrana dura que le sirve de esqueleto.
Retiramos las aletas y
tentáculos y los troceamos de forma regular y pequeña.
Ahora preparamos el relleno.
En un recipiente vaciamos
las huevas de su piel, mezclamos con el resto de los calamares, huevo duro picado, algo de tocino o
jamón, perejil y un poco de ajo, todo
bien picado.
Añadimos algún huevo batido y algo de pan rallado para aglutinar la masa y darle una consistencia suave, podemos usar también un poco de aceite.
En este caso hemos añadido
algunas gambas que andaban por nuestro frigorífico.
Ahora rellenamos los calamares con esta masa, procurando que quede bien distribuida y sin llegar a completar el calamar.
Se cierra bien con algún
palillo de madera y se reserva.
Ha llegado el momento de
cocinar nuestros calamares.
Es importante saber que los
calamares necesitan una cocción rápida para que su carne no endurezca.
En el caso de esta receta
tenemos que hacer lo contrario, tiene que cocer a fuego lento durante bastante
tiempo para que se cocine el relleno y la carne del calamar resulte en su
textura adecuada, recia pero no dura.
Sobre un fondo de aceite abundante sofreímos cebolla cortada en gajos, algunos dientes de ajo, pimienta negra y algo de laurel.
Añadimos un buen puñado de piñones.
Dejamos cocinar sin prisa
tapado para aprovechar el valioso jugo de la cebolla.
Sobre el mismo aceite sofreímos los calamares para sellarlos espolvoreándolos al final con un poco de harina.
Conviene moverlos con
cuidado para que no se rompan, notaremos que se van endureciendo.
Lo hacemos con paciencia
sellando bien todos su lados.
Una vez terminados añadimos
un buen vaso de vino blanco seco y cubrimos con agua.
Dejamos cocinar en torno a ½
hora.
Una vez cocinado separamos
los calamares y reservamos.
Trituramos la salsa hasta
que resulte homogénea.
Seguimos cocinándola a fuego bajo destapada hasta que adquiera una textura menos fluida y consiga espesarse.
Seguimos cocinándola a fuego bajo destapada hasta que adquiera una textura menos fluida y consiga espesarse.
Una vez fríos cortamos los calamares en trozos transversales regulares de un tamaño proporcionado.
Para servir esta estupenda comida os aconsejo distribuir los calamares en una fuente, añadirles algo e salsa y calentar al baño maría o en un horno de fuego suave en ambos casos tapados para que no se resequen.
The End.
Para acompañar estos sabrosos calamares podéis usar un arroz blanco que servirá para matizar el intenso sabor de esta comida.
Un buen vino blanco seco, o
incluso ligeramente afrutado será perfecto.
Esta receta se puede
preparar también con los productos congelados, aunque os aconsejo seguir el
proceso adecuado para la descongelación. Ya sabéis hacerlo de forma gradual
empezando por el frigorífico y terminando a temperatura ambiente.
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