Cuando el joven abogado Adriaen van der Donck, brillante estudiante de derecho de la universidad de Leiden, llego como comisionado de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales a la colonia de Nueva Ámsterdam, el actual Nueva York, allá por el siglo XVII, quedo profundamente impresionado por la naturaleza prácticamente salvaje de aquel nuevo mundo.
Aquel prometedor y ambicioso
joven venia de un país llano y profundamente domesticado.
Su fuerte carácter y su determinación de que el libre mercantilismo laico era el paradigma de la nueva sociedad le hizo ser participe directo de la formación de un nuevo mundo y una nueva sociedad.
Su fuerte carácter y su determinación de que el libre mercantilismo laico era el paradigma de la nueva sociedad le hizo ser participe directo de la formación de un nuevo mundo y una nueva sociedad.
Nos apartamos de la
apasionante historia de cómo una de las primeras culturas liberales de la vieja
Europa -nacida del hastío hacia los profundos cismas religiosos del momento- pudo haber influido de forma decisiva en el carácter de la sociedad del Nuevo Mundo.
Nos interesamos por la fascinación hacia la naturaleza fecunda y abundante de estas tierras.
Nos interesamos por la fascinación hacia la naturaleza fecunda y abundante de estas tierras.
Aquellos inabarcables bosques
y praderas, llenos de todo tipo de caza y multitud de frutos, debieron conmover el
espíritu de un habitante de los Países Bajos, donde las únicas alturas a tener
en cuenta eran los campanarios de iglesias y abadías.
Pero, si algo llamo verdaderamente
la atención del joven abogado, fueron las fresas silvestres que maduraban de
forma abundante en el mes de mayo entre aquellos bosques de las riberas del
Hudson.
..."A mediados del mes de mayo, sin falta, tenemos fresas maduras, no en los jardines, porque aquí no se plantan, sino en los campos, donde crecen de forma natural."
Con el recuerdo en esta apasionante época de nuestra historia vamos preparar
unas fresas maceradas con zumo de naranja.
Todo un homenaje al mestizaje entre productos de diversos países que darían lugar a una interesante gastronomía que comenzó a desarrollarse desde la conquista del Nuevo Mundo.
Todo un homenaje al mestizaje entre productos de diversos países que darían lugar a una interesante gastronomía que comenzó a desarrollarse desde la conquista del Nuevo Mundo.
"LOS RECOLECTORES DE FRUTAS" TAPIZ DE GOBELINOS DE LA SERIE LAS NUEVAS INDIAS.SOBRE CARTONES DE ALBERT ECKHOUT. REGALO DEL PRINCIPE DE ORANGE A LA CORONA FRANCESA. 1.678. EN UNA CLARA ALEGORÍA A LA ABUNDANCIA DE LAS TIERRAS AMERICANAS. PALACIO DE VIANA. CÓRDOBA. ESPAÑA |
Ya hemos estado hablando en este blog de la importancia de las fresas en nuestras cocinas.
Un magnifico fruto lleno de salud y propiedades beneficiosas que es además
un regalo a nuestro paladar.
Fueron precisamente los marineros
portugueses de esa época los que introdujeron el cultivo de la variedad dulce de origen indio en Europa, y en multitud de países de todo el mundo a través de las rutas comerciales de sus colonias de clima
cálido, debido a su importancia en la intendencia de las flotas, por su aporte
de vitaminas y su facilidad de conservación.
Lavamos bien las fresas y
retiramos el tallo. Cortamos en discos lo más finos posibles.
Exprimimos el zumo de las naranjas y rallamos parte de la piel.
La proporción de zumo puede ser entorno
a una naranja por cada ½ kilo de fresas. Depende del dulzor, cuanto más dulce
menos cantidad.
Añadimos la ralladura y algún licor, preferiblemente algún destilado de cítricos. Ya hemos nombrado algunos, Cointreau, Chartreuse, Licor 43…
Añadimos la ralladura y algún licor, preferiblemente algún destilado de cítricos. Ya hemos nombrado algunos, Cointreau, Chartreuse, Licor 43…
Esta maceración constituye en sí un soberbio postre, un ligero matiz ácido y dulce a la vez contrasta los sabores de ambas frutas. Una unión acertada de dos productos que se ayudan mutuamente.
No le sobra algo de crema o
nata montada. En este caso os aconsejo utilizar algún producto elaborado con un
derivado vegetal, podéis encontrarlo fácilmente de soja o de avena.
Para servir colocamos una
base de nuestras fresas y cubrimos delicadamente con nuestra crema bien batida,
no es imprescindible utilizar azúcar, el sabor suave y neutro de esta crema
combina perfectamente con el contraste de ambas frutas y su tiempo de reposo.
The End.
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