Ya hemos
hablado en este blog del bacalao. Un pescado versátil y abundante en los
recetarios.
Tiene una
gran facilidad para dejarse cocinar y obtener además unos magníficos
resultados.
Podemos
encontrar múltiples formas de prepararlo, casi tantas como se nos ocurra.
Desde crudo, guisado, frito, al horno, en ensaladas.
Desde crudo, guisado, frito, al horno, en ensaladas.
Se deja
además acompañar por casi todos los ingredientes, incluso es capaz de sustituir
a otros pescados en algunas recetas, a veces superarlos.
Normalmente
encontramos las mejores comidas de bacalao en casi toda la cuenca mediterránea
meridional, entre España, Portugal e Italia, fundamentalmente en el sur.
Es posible,
como ya hemos contado, que fueran los propios pueblos normandos los que nos
trajeran este interesante salazón y se quedara entre nosotros.
En realidad
las comidas relacionadas con el bacalao siguen sus rutas de conquista, los
lugares y países costeros, que unen Escandinavia con el sur de Europa.
Es
precisamente en la cocina de estos países meridionales donde el bacalao ha llegado a cimas
de la gastronomía, con múltiples, sabrosas y en algunos casos
sofisticadas elaboraciones.
Todo un
espectro que arranca desde la cocina popular hasta llegar a los grandes fogones,
que le han dado un lugar preferente entre otras muchas comidas.
En esta ocasión
vamos a hablar de una receta muy sencilla, un pequeño homenaje al intenso
mestizaje del bacalao con los múltiples productos de los países por los que ha
ido pasando.
Delantal
Necesitamos
unos lomos de bacalao, como siempre comentamos puede ser fresco, congelado o en
salazón, con su debido tiempo en agua clara para desprenderlo de la sal.
Necesitamos
elaborar previamente una salsa de naranja de la que ya hemos hablado en este blog.
Conviene
tenerla hecha con antelación porque mejora con el reposo.
Podéis
añadirle un ligero matiz de guindilla que para este plato resulta muy adecuado.
Según os
guste.
El bacalao
lo tendremos dispuesto en trozos regulares de un tamaño medio.
En una
sartén caliente con un fondo de aceite iremos pasando los trozos de bacalao,
primero con la piel hacia arriba y después le daremos la vuelta con delicadeza.
Iremos
repitiendo esta acción hasta conseguir que el pescado adquiera un ligero
tomo dorado y este cocinado.
No necesita
mucho tiempo, solo hay que cuidar de no desmenuzarlo.
Lo
distribuimos en una fuente templada y añadimos la salsa caliente.
Para matizar
el interesante sabor de esta salsa conviene añadir algún encurtido yo tengo
preferencia por unas alcaparras.
El intenso
sabor agridulce de unas buenas alcaparras es insustituible para sacar los mejores
matices de nuestra comida.
The End
Podéis
acompañar este plato con alguna verdura suave, o incluso arroz blanco.
Y por
supuesto de un buen vino blanco bien frío.
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