De nuevo nos visitan las
verduras y en esta ocasión con un plato excepcional que nos llega de la cocina
catalana popular.
Una comida de temporada
cercana al final del invierno que tiene como ingrediente principal una
cebolleta aun tierna que se cocina a la brasa.
Su área de influencia está
ligada a una variedad específica de cebolla cuyo cultivo tiene la peculiaridad
de “calzar” el tallo con tierra al objeto de que no reverdezca y se mantenga
tierno. Por ese motivo lo llaman en aquellas tierras calçot.
Una costumbre bastante
extendida en las huertas de la cuenca mediterránea donde encontramos muchos
cultivos de hortalizas algo silvestres que se suavizan evitando que la
fotosíntesis endurezca los tallos.
Otro gran ejemplo de esta
sofisticada técnica son una variedad de
cardos de la zona de Alicante y Murcia muy apreciados en los guiso de marmita de invierno.
Los tradicionales calçots
vienen además acompañados de alguna sorpresa bastante agradable.