La cocina de pollos,
pichones y otras volátiles se pierde en la memoria del tiempo.
Desde muy antiguo las aves
de los corrales domésticos y las silvestres a tiro de cualquier cazador se andan
cocinando, dando lugar a multitud de comidas de un enorme interés.
Y aun hoy en día seguimos
haciéndolo, aunque en la deriva de nuestra civilización, con la estabulación
masiva de aves en grandes granjas completamente ajenas a la crianza natural hemos
dejado atrás sabores y aromas que resultan difíciles de encontrar.
Podríamos decir que hablamos
de comidas diferentes.
Aun así es un privilegio
revisitar las antiguas recetas donde las aves son el ingrediente principal.
Estas criaturas, según
parece descendientes de los dinosaurios, siempre cercanas al hombre se dejan
cocinar con facilidad.
Gallinas, pollos, pavos,
pichones, patos, becadas, faisanes, codornices, avestruces y demás pajarillos
inocentes, han formado parte de multitud de recetarios desde la antigüedad.
La relación de las aves con
las cazuelas ha sido prolija y fecunda, repartida por todo el mundo, no es
difícil encontrarlas en el repertorio popular de cualquier mesa.
Incluso han llegado al
Olimpo de los grandes templos de la cocina con merecido éxito.
Vamos a intentar formar
parte de esta costumbre.
El pollo con manzanas es una
receta muy sencilla.
Tiene claras referencias a
comidas exóticas de oriente, donde las aves, en algunas ocasiones algo sórdidas
de sabor, suponen una oportunidad para aprovechar multitud de especies y
contrastes entre lo dulce, lo picante y lo salado.
Aunque también nos puede
recordar la reconocida antigua receta de la oca guisada con peras y nabos de
origen sefardí, recuperada por la cocina occitano-catalana allá por la edad
media.
En esta ocasión utilizaremos
un pollo de corral,
conviene que este troceado para mejorar la cocción.
Como siempre comentamos
intentar buscar la carne de buena calidad, un esfuerzo que merece la pena.
Necesitamos también algunas manzanas
a ser posible algo dulces.
Podemos recurrir a la variedad
Golden.
Si usarais una manzana más
ácida, como las Granny Smith
australianas, hay que corregirla con algo de azúcar.
Delantal.
Esta comida se hace en el
horno, necesitamos un cacharro refractario amplio.
Troceamos el pollo y
eliminamos la grasa superflua, podemos eliminar también la piel más gruesa para
que resulte más saludable.
Impregnamos el pollo con
algo de pimienta negra y sal.
Podéis tener alguna
creatividad con las especies, desde algo de curry o algún picante, que nos
traiga recuerdos de comidas indias o mejicanas, a recurrir a las especies
tradicionales mediterráneas, comino, orégano, tomillo.
Pelamos las manzanas en
el último momento y eliminamos las semillas.
Lo hacemos con algo de
cuidado porque formaran parte del aspecto de nuestra comida.
Las partimos en
dos mitades.
Vamos calentando el horno fuerte.
Vamos colocando nuestros
ingredientes en la bandeja refractaria engrasada, con cierto orden, sobre todo si
la vamos a usar para servir.
Cubrimos las manzanas con un
poco de aceite o mantequilla y las cubrimos con una mezcla de sal,
pimienta negra molida, y un poco de canela molida.
Añadimos un vaso
de vino blanco seco rociado sobre la carne.
Rectificamos los condimentos
del pollo y cubrimos con aceite de oliva.
Colocamos en el horno en
torno a ½ hora, dependiendo del tamaño del pollo, es conveniente comprobar si
está en su punto.
Ya sabéis que mediante
cualquier artilugio introducido en la carne cuando salga sin jugo significa que
estamos terminando.
Hay que procurar que nuestra
comida no pierda jugo, en este caso siguiendo la costumbre de los antiguos
asados de La Mancha añadimos más vino.
Para rematar y que nuestra comida
tenga buen aspecto añadimos una mezcla de azúcar y nuez moscada sobre el pollo
y acabamos la cocción con la parte alta del horno hasta que notemos un tono
dorado agradable.
Os resultara curioso que las
manzanas se cuecen sin perder su forma con lo cual nos encontramos con un
delicioso bocado muy sutil.
The End.
Es una comida de una vez con
algún entrante previo.
Podéis añadir alguna verdura salteada y por supuesto un buen vino.
Un interesante plato lleno de contrastes que os sorprenderá.
Os servirá tanto para una
cena de compromiso como para una reunión informal.
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