De nuevo practicamos la
prestidigitación en nuestra cocina.
Hablamos de otra de esas
comidas que mediante un pequeño engaño nos traslada a otros mundos de sabores y texturas.
En este caso nos movemos en
el entorno del pescado.
No es difícil encontrar
preparaciones con multitud de criaturas marinas que juegan con nuestros
sentidos con el único fin de agradar a nuestro paladar.
Un juego inocente que requiere
cierta habilidad y una técnica
elaborada.
Es posible que la enorme
variedad de pescados y mariscos -con toda la diversidad de matices de sabores- sea la causa de que sirvan de base de una gran parte de las recetas de truco.
Ya hemos estado contando en
este blog que la cocina de la clase media, consolidad hacia la mitad del pasado
siglo XX, es la responsable de todo un repertorio de recetas que, aparate de
pretender lograr una buena comida consiguen, mediante una ilusión, trasladarnos
al mundo de la gran cocina.
En este sentido resulta
elocuente el libro autobiográfico de los hermanos Carmen y Gervasio Posadas, Hoy caviar, mañana sardinas, que recibió merecidamente en el año 2.007 el PremioSent Soví de literatura gastronómica otorgado por la Universidad de
Barcelona.
Los hermanos nos cuentan las
peripecias culinarias de la casa de su infancia y juventud, y como su padre, embajador de Uruguay en países como España, Rusia
o Inglaterra, necesitaba una intendencia en el hogar que debía de estar por
encima de los recursos que por aquellos tiempos disponía.
Junto con las anécdotas de su entrada en la adolescencia, los hermanos Posadas relatan todo un repertorio de comidas para cócteles, almuerzos y cenas, que desde el ámbito de una cocina doméstica fueron capaces de alcanzar el nivel que se le puede exigir a la representación protocolaria de un país.
Junto con las anécdotas de su entrada en la adolescencia, los hermanos Posadas relatan todo un repertorio de comidas para cócteles, almuerzos y cenas, que desde el ámbito de una cocina doméstica fueron capaces de alcanzar el nivel que se le puede exigir a la representación protocolaria de un país.
FELIPE II EN EL BANQUETE DE LOS MONARCAS. CLAUDIO COELLO. 1.596 |
En definitiva un homenaje a
la inteligente labor de su madre, que como eficiente ama de casa con su
trabajo, imaginación y encanto, supo estar a la altura que las circunstancias
que el cargo de su marido necesitaba.
Con esta receta nos unimos a
este sofisticado arte domestico practicado por la señora Posadas y por otras
muchas amas de casa.
La pequeña historia del rape que quiere ser langosta no se
encuentra en el recetario del libro, pero se trata de una comida bastante
habitual en muchos hogares de clase media.
Yo soy capaz de recordarlo
con agrado en no pocas ocasiones en las que he podido disfrutar de este plato.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
El rape es un interesante
pescado blanco que vive en los fondos de casi todos los mares del
mundo, siendo muy abundante en la costa atlántica meridional europea.
Es fácil encontrarlo en los
mercados durante los meses de abril y mayo.
Como todos los alimentos del
mar su consumo aporta bastantes beneficios para nuestra salud.
Aunque no tiene una cantidad
relevante de ningún elemento, el conjunto de sus minerales, vitaminas,
proteínas y su bajo contenido en grasas, lo hacen adecuado para una dieta sana
y equilibrada.
Pero es quizás su delicado
sabor, la tersura de su carne y su enorme facilidad para cocinarse y mestizarse
con multitud de otros alimentos, lo que hace del rape un ingrediente
indispensable en muchas comidas del litoral.
Es precisamente esta
interesante característica la que convierte a este pescado en el perfecto
sustituto de otros muchos, no es difícil encontrarlo en muchas de nuestras comidas,
sobre todo las que aprovechan el intenso sabor del mar.
ANTIGUA PESCADERÍA DE ATARAZANAS. SANTANDER http://santanderantiguo.usace.es/ |
Seguro con solo nombrarlo a
cualquiera le viene a la memoria el recuerdo agradable de algún guiso con este
pescado.
Precisamente mediante esta
receta vamos a intentar que nuestro rape se pueda trasformar en una sabrosa langosta.
Delantal.
Necesitamos un rape
de tamaño medio, es importante que eliminemos bien la espina central y dejemos
los lomos libres.
Normalmente suelo hacerlo
nuestro pescadero, pero no es una operación complicada porque el rape es uno de
los pescados con menos espinas.
Los ingredientes de esta
receta son enormemente sencillos, algo de cebolla, pimienta negra en grano,
y un buen pimentón dulce.
Hay una variación de esta
receta que añade un ingrediente algo insospechado que resulta interesante para
llevar a buen término nuestra comida.
Pero tenéis que seguir
leyendo para averiguarlo.
Abrimos el lomo de nuestro
pescado sin desprenderlo de la cola para poder enrollarlo y conseguir el
aspecto de langosta que andamos buscando.
Ahora hay que hacer una
manualidad que requiere cierta creatividad, una oportunidad para desarrollar
nuestra talento artístico.
Vamos dando forma de
langosta al rape, nos ayudamos de hilo de bramante.
No resulta difícil
si seguimos unos sencillos pasos.
Primero atamos el lomo de
rape procurando hacerlo de forma regular e ir reproduciendo la fisonomía de la
langosta con la carne tersa y blanca del pescado.
Finalmente damos la
curvatura característica del crustáceo atamos las puntas del hilo.
Una vez terminada la trasformación
necesitamos algo de maquillaje. Para
eso tenemos el pimentón.
Untamos el lomo del rape con
un poco de aceite y lo cubrimos con pimentón hasta conseguir el aspecto
algo rosado de la langosta.
Aquí también influye nuestra
habilidad artística.
El resultado final puede
resultar sorprendente.
Ya nos toca cocinar.
Sobre un fondo abundante de
aceite algo caliente doramos el rape con cuidado de que no pierda su
forma. No necesita demasiado tiempo, hay que vigilar que no se llegue a quemar
el pimentón.
Podemos utilizar la pimienta
negra en grano ahora para aprovechar su sabor y aroma y algo de sal.
Añadimos la cebolla
cortada en gajos y rociamos con algo de vino blanco seco.
Dejamos cocinar tapado no
demasiado tiempo, entorno a unos 10 minutos por cada lado.
Pasado este tiempo nos
aseguramos que el pescado este bien cocinado.
Ya sabéis que podemos
utilizar un artilugio para comprobar que su interior este en su punto.
En este momento ya debemos
tener algo bastante parecido a una langosta ante nuestros ojos.
Dejamos reposar un tiempo,
es conveniente que este algo frío para poder cortarlo.
Separamos el pescado del
resto de los ingredientes.
Aprovechando los
acompañamientos cocinados se puede preparar una salsa, hay bastantes
alternativas.
De nuevo recurrimos a
nuestra imaginación y creatividad para ver que podemos hacer con al salsa y la
cebolla cocinadas.
Os sugiero algunas ideas.
Una mayonesa suave a la que
añadiremos estos ingredientes.
O incluso puede ser la
oportunidad de recurrir a la salsa romescu.
The End.
Ahora os cuento una variante
interesante de este sencillo plato que consiste simplemente en rellenar nuestro
pescado antes de darle forma de langosta.
Y lo que puede resultar algo
sorprendente, incluso anodino para los puristas de la cocina, es el ingrediente
que os sugiero para esta operación.
Se trata de recurrir al
conocido como surimi, un ingrediente que proviene de la alimentación
industrial del que ya hemos estado hablando en este blog.
De sus interesantes
propiedades y de su origen bastante antiguo que se remonta allá por el año
1.000 en su país de origen. Japón.
Para los lectores que tengan
algún prejuicio respecto a este ingrediente les sugiero que hagan lo que yo
hice.
Probarlo.
Desde luego recomiendo
escoger uno de cierta calidad que se suelen encontrar con facilidad, a ser
posible fresco, en nuestros mercados.
Aunque normalmente el surimi se toma como un fiambre crudo,
vamos a hacer en esta ocasión lo que se hacía en la antigüedad en la cocina
tradicional japonesa, cocinarlo.
Rellenemos el rape con los
palitos de surimi, sin la parte colorada que lo acompaña, que en el caso de
tratarse de uno de calidad no es ni más ni menos que pimentón.
Ahora seguimos el mismo
proceso de la receta que ya hemos explicado.
Una vez terminado y reposado
cortamos el rape en rodajas y servimos en una fuente.
Se puede tomar frío o
templado.
Para acompañar a nuestra langosta podemos añadir alguna verdura
como unas bolitas de calabacín, o alguna otra de sabor neutro y agradable.
Y por supuesto algún vino
blanco algo frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario