Esta es una comida Americana,
concretamente de Nueva York.
Hablamos de una ensalada que
tuvo su origen allá por el final del siglo XIX, concretamente en 1.983.
Contemporánea y pariente
cercana de la también conocida como Ensalada
César, atribuida con cierta controversia al cocinero César Cardini afincado
en Tijuana. Méjico
Una comida de los tiempos en
que las dietas dejaban atrás las pesadas recetas decimonónicas de influencia
francesa y nuevos aires ligeros, más acordes con las lánguidas siluetas de las belle époque, invadían las cocinas con la
necesidad de reponer las energías perdidas a ritmos del charlestón.
Una cierta leyenda envuelve
a esta sencilla ensalada, no exenta de cierta polémica, tanto en su origen como
en sus ingredientes.
Como su propio nombre indica
esta ensalada surge de las cocinas del emblemático hotel Waldorf.
Este establecimiento abrió sus
puertas en el año 1.983 en el entonces ensanche de Manhattan, en la 5 Avenida,
entre las calles 33 y 34.
Estaba situado junto a otro
conocido hotel, The Astor.
Un elegante bulevar de
apenas 100 metros unía ambos edificios, donde se vio pasear a la sociedad más distinguida
del Nueva York de la época.
Allí surgió nuestra ensalada
y arranca su leyenda.
PRIMITIVO HOTEL WALDORF EN LA QUINTA AVENIDA. NY EN SUS COCINAS SURGIÓ LA ENSALADA CON SU NOMBRE. |
Con el enorme auge urbanístico
de esta ciudad ambos hoteles fueron demolidos en 1.929 para dejar su sitio a un
gran edificio. El Empire State Building.
De la simbiosis entre los propietarios,
el lujo y los nombres de ambos hoteles surgió el Waldorf-Astoria en la cercana Park Avenue. Todo un ejemplo del más exquisito
art-déco neoyorquino que aún podemos
disfrutar en la actualidad con todo su esplendor.
Hay una cierta unanimidad en
atribuir la receta original al entonces maître
d’hotel suizo Oscar Tschirky, apareciendo por primera vez recogida
en un libro sobre el recetario del hotel hacia 1.896.
Pero es respecto a los
ingredientes y preparación de esta ensalada donde la controversia es más honda.
Hay múltiples teorías, todas
acertadas, del posible origen de los singulares ingredientes, el extraño mestizaje
entre verduras y frutas que dan resultados de matices agridulces no dejan de
sorprender en sabores de aquella época.
Es posible que la Gran Manzana fuera el crisol y catalizador de las múltiples culturas que la hicieron
y la habitaron.
Quizás nuestra sencilla
ensalada es una prueba más de la consolidación de esta sociedad plural y
diversa, reconocida posiblemente como uno de los paradigmas de nuestro tiempo.
NY CON EL EMPIRE STATE BUILDING |
La receta original estaba compuesta
por una base de lechuga, acompañada de apio, manzana, nueces, aderezado con
crème fraîche.
Era precisamente el sabor
dulce de la manzana en contraste con el ligero acido de la crema agria y el
suave picante del apio lo que da su personalidad a este plato.
En su deriva se le han ido
añadiendo otros ingredientes, como la sustitución de la nata agria por una
mayonesa con bastante limón, o incluso una pequeña porción de cebolla muy
picada para fomentar el contaste del picante con el resto de los sabores.
Pero hay también alguna polémica
interesante sobre los ingredientes, asegurando otras versiones que la ensalada surgió
ante la idea de aprovechar una parte de los desperdicios que sobraban en las
cocinas del famoso y delicioso pollo asado de este hotel.
De hecho en muchas cartas de
restaurantes de todo el mundo esta ensalada cuenta con pollo asado en sus
ingredientes, o incluso pollo ahumado al estilo alemán.
Incluida la propia carta del
Waldorf-Astoria.
Llegados a este punto pienso
que lo mejor es ir probando las distintas posibilidades y que nuestro paladar
pueda divertirse con este juguete.
Vamos a preparar una versión
bastante parecida a la supuesta original.
Necesitamos una lechuga
de tipo romana fresca, algo de apio, unas nueces, cebolleta
fresca, alguna manzana de sabor algo ácido y una mayonesa
aderezada con limón, incluso podéis añadirle una parte de yogur natural para acércanos a la crème fraîche.
La elaboración es muy
simple, conviene hacerla prácticamente en el momento, aunque aguanta bastante
en nuestro frigorífico no debéis perderos los sabores de los ingredientes recién
cortados.
Cortamos la cebolla
muy picada y maceramos con limón para evitar su jugo. La
escurrimos bien y lavamos antes de utilizarla.
Ya os he contado alguna vez
que se trata de un recurso interesante de la cocina del altiplano sudamericano.
Cortamos el apio bastante menudo. En ocasiones se corta en un tamaño algo mayor, pero necesitamos una verdura de calidad excepcional.
Partimos algunas nueces en trozos pequeños.
Por último, pelamos la
manzana y la troceamos menuda, parce ser que en la receta original mantenía la
piel.
La mayonesa según tengáis costumbre,
conviene que no esté demasiado espesa.
En un bol amplio vamos mezclando
todos los ingredientes, al final añadimos la mayonesa. La proporción es importante, no debe
de ser excesiva, lo justo para trabar nuestros ingredientes.
Se puede añadir algo de nuez moscada para potenciar el sabor de sus ingredientes.
Se puede añadir algo de nuez moscada para potenciar el sabor de sus ingredientes.
Mezclamos bien y mantenemos
en frío.
The End.
Esta ensalada es un plato
perfecto como entrante de una comida o para una cena con algunos quesos después.
Descubriréis sus sabores
intensos y contradictorios que le dan mucha personalidad, tanta que no debe acompañarse
con otra comida.
Es bastante común añadir pasas
a esta ensalada, vosotros decidís.
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