Otra comida con el
interesante ingrediente del marisco, en este caso con uno de los más valorados.
El langostino.
Un crustáceo pariente
cercano de las gambas muy conocido en la gastronomía de todo el mundo debido a
la multitud de cultivos repartidos prácticamente por todos los mares.
Desde capturas salvajes de
una enorme calidad del Mediterráneo y el Atlántico, a multitud de criaderos
situados en caladeros tan dispersos como Chile, las costas de África, el océano
Indico o el Pacifico.
Debemos dedicarle algo de
tiempo a este sabroso animalito.
La cría de langostinos en
piscifactorías es quizás uno de los ejemplos más reveladores de la influencia
de la globalización en nuestra alimentación cotidiana con todos sus contrastes.
La propia existencia de
piscifactorías en lugares tan alejados del mar como Texas en Estados Unidos o
incluso en mitad de la meseta Castellana en España en la localidad de Medina
del Campo, donde un empresario noruego ha puesto en marcha una importante
factoría que se dedica a la cría de langostinos de variedad blanca del pacifico
cultivados en estanques con agua del mar rojo.
No es desconocido el hecho
singular de la preferencia hacia los productos del mar en las zonas de
interior.
No tenemos más que recordar
el buen ejemplo del bacalao, este suculento pescado que llego a zonas meridionales
del Mediterráneo desde los países escandinavos y cuyas mejores recetas
posiblemente se encuentran en zonas apartadas del litoral.
Una muestra inequívoca de la
sabiduría intuitiva popular, consciente de la necesidad de aporte extra de yodo
en las comidas de interior, imprescindible para nuestro equilibrio nutricional.
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Es precisamente la abundancia de este crustáceo la que nos permite poder elegir nuestros langostinos de entre muchas posibilidades, tanto de variedades como características y su lógica consecuencia en el precio.
Este conocido guiso popular
marinero del litoral levantino suele cocinarse con el langostino de Vinaroz, o
su con su parienta la gamba roja.
Unos mariscos con un sabor
peculiar extremadamente suave, debido a las condiciones de su cultivo en aguas
templadas de baja salinidad.
Ambos ingredientes suponen
hoy en día un verdadero lujo gastronómico, junto con el también reconocido langostino
del Atlántico de Sanlúcar de Barrameda en Cádiz, ya que su captura está muy
limitada, pero podemos disfrutar de este delicioso plato utilizando cualquier
tipo de langostino.
Se trata de una comida de
una enorme simplicidad cuyo único secreto es sacar partido a las
características de sabor de este crustáceo, lo cual se consigue utilizando la
cabeza de los langostinos en su elaboración.
Un inteligente recurso del
buen hacer de la gastronomía popular
Si usamos unos langostinos
congelados tenemos que respetar el proceso y los tiempos para devolverlos a su
ser.
Como siempre comentamos
empezar descongelando en frio y esperar a que lleguen a la temperatura
ambiente.
Delantal.
El ingrediente principal de
esta comida es el marisco que debe tener un cierto tamaño.
En esta ocasión vamos a
elaborarlo con unos langostinos congelados de un caladero de origen africano.
Solo los acompañaremos de
algo de ajo, guindilla y pimentón.
Como ya he adelantado esta
preparación necesita una ligera habilidad que consiste en pelar nuestros
langostinos sin desprender la cabeza, eliminando el resto de caparazón y
extremidades.
Los reservamos bien limpios.
Necesitamos un cacharro
refractario.
Un buen fondo de aceite abundante que pondremos a calentar.
Colocamos la guindilla y los
ajos cortados en trozos pequeños, en algunas ocasiones he utilizado un trozo de
corteza de limón en esta preparación inicial.
Cuando este caliente
añadimos un poco de pimentón.
Si usarais un pimentón
picante habría que eliminar la guindilla.
Dejamos cocinar ligeramente sin
dejar que se queme y vamos añadiendo los
langostinos de forma ordenada, damos la vuelta al poco tiempo no necesitan
mucho para cocinarse y dejamos a fuego
medio hasta que se traben bien los ingredientes.
Notaremos que una agradable
gelatina dorada envuelve a nuestros langostinos.
Es el momento de dejar
reposar al calor residual.
Podéis añadir algo más de
aceite que en este plato debe ser abundante.
The End.
Esta comida supone un
aperitivo o un entrante excepcional para cualquier día.
Podéis acompañarlos de algún
vino blanco bien frio.
Admite prácticamente todos. Desde
los sencillos verdejos, los blancos de
La Rioja, a los interesantes vinos del Condado de Huelva, hasta los más
afrutados incluso los espumosos, pasando
por los generosos andaluces.
Y también algo de buen pan
para el fondo de la cazuela.
Pudiera comentar cada receta... lo merecen. Muy buen blog. Lo hace usted tan fácil, que quiere uno prepararlas todas
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