martes, 9 de septiembre de 2014

El Tiramisú. El Alimento De Los Ángeles.






Ya hemos estado hablando en este blog sobre el misterio de la comidade los ángeles y de cómo es posible encontrar alguna respuesta cuando andamos rondando algún postre.
No es nuevo asociar estas delicadas y sensuales comidas a nuestro lado más espiritual.

Quizás el caso del tiramisú sea uno de los más evidentes. Saborear este delicado y sencillo dulce puede ser una experiencia difícil de olvidar.
La unión entre el café con algún licor, que impregna un bizcocho suave, queda superada por la perfecta crema que lo cubre rematada por el delicioso amargo del cacao.
La simbiosis de estos ingredientes aparentemente dispares, llegados algunos desde las colonias lejanas, puede constituir uno de los postres más extraordinarios.

Pero, ¿qué es exactamente el tiramisú?


Aunque no existe una receta única y universal, este postre originario de Italia, concretamente del Véneto, tiene en su elaboración una serie de invariantes que lo identifican.
Como muchas recetas que han trascendido su lugar de origen y se han lanzado al repertorio de las comidas del mundo, en su deriva pueden perder parte de su identidad y adaptarse a otras latitudes y a otros productos.
Pero para conocer y apreciar el auténtico tiramisú hay que buscar su origen.

Curiosamente no se trata de un postre antiguo, es relativamente reciente, nació entorno a los años 40 del pasado siglo, en Treviso.





Su leyenda le atribuye propiedades reconstituyentes que lo hacían muy apropiado como tentempié para las noches de encuentros reconfortantes en lugares de costumbres disipadas.

Efectivamente sus ingredientes son los adecuados para una un aporte energético inmediato. 
Un bizcocho suave, el café, y algo de cacao y las yemas de huevo convenientemente aditivadas con vino de marsala.
Un ponche en toda regla.
Más adelante, a esta acertada unión, se le añade la crema deliciosamente grasa y dulce del queso mascarpone.
Un ingrediente de peso para terminar una buena comida y su correspondiente reposo. 

Ya se tienen referencias concretas de este postre hacia los años 50 en el restaurante Toulá de Milán, donde se servía tal y como lo vamos a cocinar.


Delantal.






Para una correcta elaboración de este postre es importante utilizar el conocido como queso mascarpone.

Se trata en realidad de un cultivo sobre la nata sobrante de la leche utilizada en la elaboración del queso de Parma. Esta mezcla se calienta ligeramente y se deja reposar en frio.
Una elaboración más parecida al yogur que al queso.

Al no llevar sal en su elaboración es un producto lácteo muy perecedero que debe consumirse respetando su tiempo de conservación recomendado.
El resultado es una crema extremadamente grasa con un agradable sabor dulzón.

Toda una delicia a nuestro paladar, hasta tal punto que es quizás uno de los ejemplos más evidentes del quinto sabor que se conoce como umami. Un concepto nuevo definido hacia 1908 por el científico japonés Kikunae Iked. Completando así la apreciación de nuestros sabores junto con lo dulce, salado, amargo y ácido.

Si no encontráis este queso usar un producto lacteo pastoso y sin sabor definido bastante graso.





Los demás ingredientes del tiramisú son más comunes.
Un buen bizcocho esponjoso, algunos granos de un buen café, algo de cacao de calidad y unos huevos frescos.
Nos vendrá bien también algún licor para el café, algo de amaretto o coñac.

Y también algún vino dulce reconfortante para la crema.
Si no encontráis el genuino marsala siciliano usar cualquier vino dulce de uva moscatel que encontramos de mucha calidad por todo el sur de España.

Necesitamos entorno a 4 huevos por unos 250 g de queso mascarpone.




Separamos la clara de las yemas de nuestros huevos, las claras las dejamos en frio a reposar.




Las yemas se mezclan en un recipiente con el queso a temperatura ambiente, hay que hacerlo con paciencia. Primero con una espátula y rematamos con unas varillas.
Al final añadimos el vino dulce.

Obtendremos una crema homogénea agradable de un ligero color amarillento, añadimos algo de azúcar, no demasiada.
Una vez frías las claras de huevo añadimos una pizca de sal y las montamos para que queden consistentes. Reservamos en frio



.
Ahora tostaremos los granos de café.
Vamos a utilizar un recurso de pastelería antigua, aunque también podéis usar un café expreso normal del que andéis tomando.
En un cazo al fuego sin ningún tipo de líquido añadimos un puñado de granos de café.




Cuando notemos que empiezan a chisporrotear añadiremos el coñac o algún tipo de licor. 
Podemos flambear.
Añadimos agua y dejamos cocer un tiempo a  fuego suave para obtener nuestro café.






Ahora comenzamos a montar nuestro postre.

Utilizaremos una bandeja algo profunda donde lo serviremos. El tiramisú no necesita ningún tipo de cocción.

Colocamos los bizcochos bien impregnados en el café sobre el fondo. 
Hay que procurar cubrirlo por completo de forma ordenada.






Es hora de mezclar nuestra crema con las claras montadas.

Se trata de un proceso muy común en la repostería, no tiene un gran misterio solo cuidar de que durante el movimiento las claras no pierdan su consistencia y sean capaces de trasmitírsela al resto de la crema.




El secreto; añadir las claras montadas sobre la crema y mediante movimientos suaves y continuos desde el fondo crear una unión homogénea de las dos cosas.

Cubrimos los bizcochos con esta crema. Hay que cuidarlo, será el aspecto final de nuestro postre.




Para terminar con cacao espolvoreado sobre la superficie. podéis ayudaros de un colador para hacerlo de forma homogénea.

Para mejorar su aspecto podemos hacer un tipo de adorno sencillo con algún utensilio de cocina.

Necesita un reposo en frío de unas horas, no menos de tres.

The End.






Sera difícil que este postre no forme parte de vuestro repertorio habitual de comidas.
Su enorme sencillez contrasta con la extraordinaria mezcla de sabores y texturas que lo envuelven.

Solo un consejo, es bastante perecedero necesita mantenerse en frío siempre. 
En algunas ocasiones lo he tomado en su país de origen sobre un plato enfriado.




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