Esta es una de esas recetas
que vienen del recuerdo, de alguna ocasión que un amigo nos sorprende con algo inesperado.
Pasado el tiempo la simple
vista de algún ingrediente nos trae a la memoria el sabor añorado y un agradable
esfuerzo nos hace ser capaces de reconstruir toda la secuencia hasta conseguir llegar al punto
de encuentro esperado.
Esa es la pequeña historia
de esta comida.
La elaboración de los
gazpachos va asociada a la llegada de la estación cálida cuando las huertas
comienzan a dar sus primeros frutos maduros.
Son comidas ligeras,
refrescantes y sanas llenas de vitaminas y sales minerales.
Se trata de una comida versátil
que permite multitud de ingredientes, se puede decir que prácticamente existe
un gazpacho por cada cocinero y por cada casa.
Es una comida ajena a
proporciones y reglas, una comida intuitiva, de transmisión popular, aunque
algunos de sus ingredientes son indispensables. El aceite, la sal, ajo, algo de
vinagre y alguna especie que aporta el sabor definitivo.
Una de las reglas básicas de
este gazpacho es la lechuga, cuando más fresca y sabrosa sea mejor será el
resultado, ya que su interesante sabor dulce ligeramente amargo estará presente
en nuestro paladar.
Os aconsejo usar una lechuga
de tipo romana de tamaño medio.
Las lechugas tenemos que lavarlas muy bien, os aconsejo dejarlas cortadas de forma regular en agua clara.
Para conseguir un contraste de sabor usaremos algún encurtido preferiblemente unas alcaparras de buena calidad. Y por supuesto algo de ajo, la cantidad según os guste, aunque no le estorba un pequeño exceso.
Pondremos a cocer algún
huevo que nos servirá para acompañar nuestro gazpacho, debe de quedar duro,
solo aprovecharemos la yema.
Necesitamos una procesadora
potente, añadimos los ingredientes, acompañados de varias cucharadas de
aceite, algo de vinagre y sal, estos dos ingredientes con moderación porque
normalmente los encurtidos ya lo llevan de forma abundante.
Trituramos muy bien debe de quedar una textura muy suave, añadiremos agua hasta conseguir la textura que nos guste, no debe resultar demasiado espesa.
Hay ocasiones en que la
lechuga puede resultar algo amarga, es conveniente utilizar un vinagre balsámico,
por su matiz agridulce y algo de salsa de soja.
En alguna ocasión he utilizado algún jarabe o almíbar, incluso algo de miel, como siempre os cuento en comidas saladas usar una miel de sabor suave.
En alguna ocasión he utilizado algún jarabe o almíbar, incluso algo de miel, como siempre os cuento en comidas saladas usar una miel de sabor suave.
Algo de pimienta molida es
el ingrediente final.
El equilibrio de sabores de
este gazpacho es muy sutil, os aconsejo que vayáis probándolo hasta alcanzar el
que os parezca mejor.
Se debe de servir bastante frío, con lo cual, como casi todos los gazpachos, el sabor tiene que resultar intenso.
Obtendréis una atractiva
salsa de color verde.
Os aconsejo servirla muy fría
con la yema de huevo picada y alguna alcaparra suelta.
Es una comida refrescante y de
sabor agradable que dejara matices interesantes en nuestro paladar y nos va a permitir seguir con cualquier otra
buena comida.
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