Esta comida es un pequeño
juego.
Una nueva interpretación de
la unión acertada de tres ingredientes que desembocan en unos sabores conocidos
en todo el mundo y estrechamente vinculados a la cocina italiana.
El queso, el tomate y la
albahaca.
Si meditamos sobre la
secuencia en la preparación y los ingredientes descubriremos que a veces los
pequeños detalles tienen su importancia.
En realidad no hay nada extraordinario. Puede que ahí radique el interés de esta sencilla comida.
Delantal.
Como todo buen canapé
necesitamos una base.
En realidad serviría casi
cualquiera, pero empezamos por elegir un buen pan, incluso uno del día
anterior.
Merece la pena tener la
posibilidad de encontrar algún pan de calidad, de los muchos que están
empezando a aparecer por nuestros mercados como antídoto al anodino pan
industrial.
Quitamos las cortezas y
partimos en trozos regulares del mismo tamaño.
Los disponemos sobre un una
bandeja de horno protegida.
Impregnamos el pan ligeramente
con un buen aceite de oliva.
Espolvoreamos con albahaca.
Ahora nos toca uno de los
ingredientes importantes.
El queso.
Habitualmente la mezcla de
estos tres ingredientes requiere la participación del afamado queso mozzarella.
Un interesante queso con bastante
historia vinculado al sur de Italia, concretamente a la Campania,
tradicionalmente elaborado con leche de búfala, aunque también se conocen
variedades hechas con leche de vaca y oveja.
La historia de este
nutritivo alimento se asocia a la llegada de los Ostrogodos y sus búfalos a la
península italiana, el tránsito a la Edad Media y el final del Imperio Romano.
Se trata en definitiva de un
sencillo queso que suele tomarse fresco y que forma parte imprescindible de las
pizzas, junto con el tomate.
Una forma de comer
universal, quizás la mayor exportación de la cultura italiana al resto del
mundo.
Muchas veces he pensado que
es posible que nuestra era se recuerde en la posteridad asociada a esta comida.
Vamos a contribuir a esta
idea.
No necesitamos necesariamente
el queso mozzarella podemos usar nuestro queso fresco habitual.
Colocamos un trozo de queso
sobre el pan.
Ahora añadimos el tercer
ingrediente.
El tomate.
De nuevo hay un matiz
interesante, debemos usar preferiblemente un tomate crudo, yo os aconsejo
buscar una conserva de tomate concentrado que suele usarse como condimento, no
solo en Italia, también en la cocina marroquí y en la francesa.
Si no la tenéis a mano usar
un tomate rallado, o una conserva de tomate normal, a ser posible entero.
Distribuir una pequeña
porción sobre el queso y volver a poner un poco de albahaca.
Colocamos en el horno con la
parte alta, vigilamos que no llegue a quemarse.
No necesita mucho tiempo,
notareis el aroma del tomate cocinado.
Y por último, colocamos sobre
una bandeja de servir, y con una espátula mezclamos delicadamente el queso con
el tomate, aunque no haya perdido su forma, debe estar algo fundido.
The End.
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