miércoles, 24 de abril de 2013

De Como Abrir Una Botella De Vino


Esta es una acción que se ha llenado de creatividad, sobre todo en los últimos años, primeros del siglo XXI, asociada a lo que podíamos llamar la cultura del vino.

En realidad es un tema muy simple, y como casi todos los protocolos más sujetos a la lógica que a ceremonias artificiosas.


Hoy en día podemos encontrar una multitud de juguetes para acompañar el agradable acto de descorchar una botella de vino, servirla y tomarla.




Aunque puede ser divertido jugar con la multitud de accesorios, goteros, decantadores, termómetros, abalorios, y otras fruslerías relacionadas con abrir, y servir los vinos, yo os voy a contar lo que creo que es la forma correcta de abrir una botella de vino.

En la actualidad la producción de vino, tanto en las bodegas importantes, en las medianas, como en las domesticas, es una industria de última generación.


El vino se almacena en cibernéticas barricas dispuestas de cinturones térmicos, controladas mediante ordenador, que manejan con habilidad multitud de enólogos que se han ganado un merecido prestigio.

Hoy acompañando a las actualizadas bodegas han surgido modernas plantas de embotellado y todos los nuevos materiales utilizados.


Aunque se sigue usando el tapón de corcho, os habréis dado cuenta que existen algunos otros materiales tanto para los tapones como para su protección.

En los tiempos de antes el proceso de elaboración de un vino, sobre todo de los procedentes de viñedos singulares, estaba sujeto más a una alquimia que a una industria.
Era una elaboración casi misteriosa y sujeta a factores casuales.





No hay más que recordar el surgimiento de las burbujas de forma casi accidental, en la segunda fermentación en botella de los champanes. 
Mejorado y potenciado este defecto por el monje dom Pérignon (Pierre Pérignon), allá por el siglo XVII. 
Este vino de Champaña se ha convertido en uno de los  preferidos del mundo. Asociado a grandes festejos y celebraciones.

O la multitud de prestidigitadores que eran capaces, mediante procesos secretos de enderezar la añada de una bodega.
Mi sencilla casa en el campo, situada en una zona de cultivo tradicional de viñedos, pertenecía no hace demasiado tiempo, a un señor que llamaban el bodeguero.
El buen señor con un parche que cubría uno de sus ojos, se dedicada a arreglar vinos agriados, clarificar y mejorar la textura y aroma de los mostos.
Se encerraba de noche en la maltrecha bodega, con una vieja cartera de cuero y aplicaba su alquimia de druida.

Los singulares vinos de madeira que surgieron de la ocurrencia de mezclar sus caldos poco acertados, con una pequeña proporción de brandy de mejor calidad, al objeto de ser más competitivos en el nuevo y lucrativo mercado americano.
Lo que se conoce como vinos fortificados muy populares durante el siglo XVIII.


Tenemos que remontarnos a la forma de embotellar de antes, y que se sigue usando en muchos vinos de gran prestigio, sobre todo franceses de Burdeos y Borgoña.

Hacer un pequeño ejercicio lógico de reconstrucción del proceso de embotellado y conservación del vino desde hace 200 años, hasta prácticamente nuestros días.






Nos fijamos primero en el atractivo diseño de las botellas de vino.

El tono oscuro del vidrio protege su contenido de la posible exposición a la luz solar.

El corcho un material flexible y altamente impermeable, perfecto para cerrar la botella.

El denominado gollete, sirve de sujeción de la capsula que protege y refuerza el corcho que tapa la botella, y que tiene que garantizar un hermetismo absoluto, sin contacto con el oxígeno. Característica imprescindible para madurar y conservar el vino.

El encapsulado del corcho se realizaba normalmente mediante una lámina, una especie de aleación entre algunos metales como estaño, y plomo, uno de los metales más densos.

Este último se reservaba para la parte final del tapón debido a su elevado precio.

Todo el envoltorio terminaba sellado mediante lacre, que garantiza la estanqueidad absoluta del contenido de la botella.





En la actualidad el embotellado no está realizado con los mismos materiales de antaño, e incluso vinos de mucha calidad prescinden del sellado de plomo y lacre, que han sido sustituidos por materiales nuevos. Aunque manteniendo el aspecto de los tradicionales.

Si ahora tenemos que abrir una botella, el proceso sería retirar la parte de la cápsula de sellado. Para esto usamos un cuchillo o una navaja pequeña.

Lógicamente, habría que hacerlo, al menos, hasta la parte baja del gollete, para evitar que queden restos del plomo de sellado, ya que entre otras cosas es un potente toxico.
Hay que tener en cuenta además que las medidas higiénicas de las bodegas no eran un prodigio.
Retirar la totalidad del encapsulado de esta forma y al servir el propio gollete de gotero, garantiza que el vino toque solo el vidrio que no a estado en contacto con la intemperie de la bodega, y por tanto expuesto a  la multitud de posibles contaminantes. Es una precaución higiénica.
Hay algunas botellas en las que el sellado solo se realizaba con lacre sobre el corcho y la cabeza de la botella.

Hay que sacar el corcho. Esta es una función para la que si es necesario un artilugio.

El sacacorchos.

,  EL MODERNO VALIRA AL LADO DEL TIRE-BOUCHON TRADICIONAL

Existe desde el tradicional tire-bouchon, francés Los de alas que mediante dos engranajes mueven la espiral Los prácticos murales de brazo, El moderno de rosca  y hasta el tradicional plegable de hosteleria.

PRACTICO SACACORCHOS DE PALANCA


TIRE-BOUCHON, DE ALAS Y PROFESIONAL




 
DESCORCHE CON UN SACACORCHOS PROFESIONAL




Limpiamos con un paño el borde de la botella y ya podemos disfrutar de nuestro vino.

La forma correcta es retirar el encapsulado por debajo del gollete que además nos servirá de gotero, no hace falta añadir embudos, escanciadores ni arandelas.
Una ligera pequeña vuelta a la botella al terminar de servir es suficiente.
 
El tapón de corcho es un indicador del estado y la calidad el vino. En muchos casos se recomienda dejarlo en la mesa, su aroma es un precedente de su sabor y fragancia.

Un sutil olor a vino en el corcho es síntoma de una perfecta madurez.

Aún recuerdo con lastima cierta ocasión que tuve oportunidad de probar un Chàteau Lafite Rosdchild, posiblemente uno de los mejores vinos del mundo, en casa de unos amigos que lo tenían almacenado en el sótano. Cuando abrimos una de las seis botellas descubrimos un cierto olor a humedad, estaba arruinado.

Aprendimos una lección, hay que beberse siempre el vino lo antes posible y disfrutarlo.

 Tomar ejemplo, cualquier ocasión es buena.




Normalmente hay algunas recomendaciones para la temperatura a la que debemos servir el vino, sobre todo los tintos añejos.

Los blancos jóvenes, cavas y espumosos en general, se sirven algo mas fríos, entorno a 6º-10º .  
Es aconsejable preservar el frio en la botella mientras se consume.

Los blancos de crianza deben consumirse algo menos fríos entorno a los 8º-12º.
Para los tintos jóvenes y rosados, la temperatura debe ser mayor. no sobrepasando los 16º.
Los tintos con mas tiempo en barrica es aconsejable a mayor temperatura, entorno a 16º no debiendo sobrepasar los 18º en las grandes reservas. Lo que se conoce como del tiempo.

Creo que es un tema algo personal, y depende también del tipo de comida a la que acompañe y del lugar de la comida. Si es al exterior, en un jardín, o en un comedor.
Como regla general hay que recordar que a mayor temperatura se aprecia mas la sensación alcohólica, pero  se produce la evaporación de los aromas.

Hay que prever la duración de la comida. Nunca debe estar demasiado caliente ni exponerlo al sol.
Aunque mantener la temperatura perfecta del vino puede resultar algo estresante, hay que reconocer que es muy agradable tomarlo siempre a la temperatura exacta que requiera nuestra comida.
Hay algunas indulgencias. 
También tiene su encanto tomar el fondo de vino, ya algo mas caliente con el postre. Recuerda a un licor.

Algunos vinos añejos tienen algo de poso, a pesar del filtrado previo al embotellado. No es algo malo, solo antiestético, en algunas ocasiones se pueden decantar usando un colador.








En la actualidad existe un artilugio que encuentro muy práctico para los sobrantes de vino, (si es que sobra).

Se trata de una pequeña bomba de vacío con un tapón especial que extrae el contenido sobrante de oxigeno del aire del interior de la botella, manteniendo las características del vino durante algo de tiempo.


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