viernes, 28 de abril de 2017

Otra Ensalada De Tomate.



La llegada de la primavera supone la renovación de nuestro repertorio de comidas.
Los productos nuevos llenan nuestros mercados dándonos la oportunidad de una catarsis que deje atrás el letargo del tan injustamente denostado invierno.
Pero esta suave crisis de melancolía ha sido resuelta eficazmente con las nuevas tendencias de la agricultura y la globalización.
Esta deriva ha sido ambiciosa.
Es posible tener a nuestro alcance con cierta facilidad los productos habituales propios de climas suaves, incluso las frutas tropicales más exóticas se muestran ante nuestros ojos con todo su esplendor.
La globalización efectivamente, nos ha permitido disfrutar y compartir muchas de las delicias gastronómicas de los cinco continentes.
Resulta insospechado poder elegir para nuestros desayunos o para nuestra macedonia de frutas un kiwi de Nueva Zelanda, junto con una piña de Costa Rica.





Este fenómeno ha sido especialmente llamativo en una buena parte del litoral meridional mediterráneo, donde han surgido en apenas veinte años los cultivos de invernadero.
Desde la costa de Almería y Granada  multitud de hortalizas se exportan a todo el Continente Europeo y buena parte del resto del mundo durante prácticamente todo el año.

De forma insospechada uno de los mayores contaminantes, el petróleo, nos ha permitido extraer un polímero translucido derivado de sus moléculas de carbono, que ha sido decisivo en el desarrollo de cultivos inteligentes.
Solo un inconveniente, la dificultad de reciclaje de este compuesto con una vida media de unos 400 años.
Un grave problema mundial cuya difícil solución puede encontrarse de nuevo en la naturaleza.
Recientemente los estudios realizados por la doctora Federica Bertocchini del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España) junto con la Universidad de Cambridge han descubierto que el gusano de la cera, un inofensivo animalito que parasita las colmenas, es capaz de devorar este compuesto tan nocivo.
Otra paradoja. Ha sido un descubrimiento casual debido a la afición de esta científica por las abejas.
Toda una lección de convivencia que nos enseña de nuevo la propia naturaleza.

Después de esta reconfortante noticia y volviendo a nuestras cocinas podemos pensar que uno de los cultivos más atractivos de la nueva temporada es quizás el tomate.



Ya hemos estado contando cosas muy interesantes de esta hortaliza, efectivamente su atractivo aspecto nos dice mucho.
Desde sus propiedades beneficiosas para la salud, sin olvidar su apasionante historia desde que llego a Europa, desde el Nuevo Mundo y su delicado sabor se adaptó perfectamente a nuestra forma de comer, siendo en la actualidad un ingrediente prácticamente indispensable en cualquier recetario.

Después de esta extensa introducción vamos a contar como hacer otra sencilla ensalada con nuestros tomates dándole una cierta importancia muy merecida por esta hortaliza.
Una pequeña fiesta vegetal para celebrar las nuevas buenas noticias que nos auguran un futuro algo más agradable.

Nuestros ingredientes son fáciles.
Un buen tomate algo maduro, un poco de cebolla fresca y para el aderezo aceite de oliva, sal y vinagre.




En esta ocasión la preparación de esta ensalada tiene su importancia en la forma de cortar y servir nuestro tomate, algo de retórica culinaria que os va a permitir disfrutar de esta saludable comida con todo su esplendor.
Todo este discurso tiene cierto fundamento porque vamos a introducir otro de esos juguetes para la cocina de los que hablamos de vez en cuando.
En esta ocasión se trata un sencillo mondador, que en mi caso particular tiene  un valor adicional por tratarse del regalo de una buena amiga con la que comparto buenos ratos culinarios, a parte de una entrañable amistad.
Se trata de uno de esos parientes de hecho que os nombro alguna vez, con los que, junto con la propia relación afectiva mutua, existe otra paralela y complementaria vinculada a la cocina.
Es muy posible que muchos de los que estéis leyendo estas líneas disfrutéis también de este tipo de relaciones que son prácticamente perfectas.

Antes de seguir con nuestra ensalada recordaros lo que siempre os cuento, cuando tengáis que hacer un regalito de cortesía acordaros de los juguetes de cocina.
No hay nada más halagador que uno de esos artilugios superfluos. 


Delantal.


Uno de los grandes secretos de una buena ensalada posiblemente sea la forma de aliñar sus ingredientes.

La proporción adecuada entre lo agrio, lo salado, e incluso lo dulce, una delicada alquimia que bien ejecutada nos va a permitir matizar y complementar el sabor del resto de acompañantes.





Un primer paso importante en nuestra ensalada es la maceración de la cebolla fresca.
La cortamos en trozos no muy grandes y la rociamos con zumo de limón y sal y la reservamos.




Estos componentes van a liberar a la cebolla de una parte de su jugo que puede resultar excesivo.

Vamos cortando los tomates, es ahora donde nuestra ensalada requiere algo de talento artístico.

Tenemos que quitar la piel de los tomates, un proceso que es bastante fácil, sobre todo si nos ayudamos de un buen artilugio, es el momento de recurrir a un mondador.

Estos aparatitos son una buena ayuda en nuestra cocina, sobre todo si recurrimos a uno de cierta calidad.
Si nuestro mondador dispone de una buena cuchilla nos va a permitir pelar frutas, hortalizas y verduras con bastante precisión.




Vamos retirando una capa fina de la piel del tomate de forma circular desde un extremo dando la vuelta de forma concéntrica hasta llegar al otro.
De esta forma obtendremos una tira de piel completa.




Es el momento de dedicarle un poco de creatividad a nuestra ensalada.
Vamos enrollando la piel de forma concéntrica hasta obtener un rollito algo apretado que apoyamos sobre un cacharro.




Entonces le damos la vuelta y  aparecerá ante nosotros el resultado de este pequeño esfuerzo.




Es un proceso muy simple que merece la pena intentar.

Se puede sustituir el artilugio por un cuchillo bien afilado.





Cortamos el tomate ya pelado en rodajas trasversales y disponemos en una fuente.
Es el momento de aliñarlo.
Algo de sal, y orégano o albahaca.
Como siempre comentamos el aderezo admite cierta creatividad, según la comida que vayáis a tomar.




El aceite al final para que las especies se integren con el jugo del tomate, necesita un tiempo de reposo.
Disponemos la cebolleta fresca bien escurrida sobre el tomate y volvemos a condimentar.
Para los amantes de lo ácido podéis usar algo de vinagre.

Llega el momento de rematar nuestro plato con las flores hechas con la piel del tomate.




Las colocamos sobre una  base hecha con hojas de hierbabuena.




El resultado depende de vuestra inspiración, pero seguro que estará perfecto.


The End.





Esta ensalada es un magnifico comienzo para una comida y acompaña a la perfección a cualquier carne o pescado.
Sin olvidarnos de una cena acompañada de algunos quesos.



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