La llegada de la primavera
supone la renovación de nuestro repertorio de comidas.
Los productos nuevos llenan
nuestros mercados dándonos la oportunidad de una catarsis que deje atrás el
letargo del tan injustamente denostado invierno.
Pero esta suave crisis de
melancolía ha sido resuelta eficazmente con las nuevas tendencias de la
agricultura y la globalización.
Esta deriva ha sido
ambiciosa.
Es posible tener a nuestro
alcance con cierta facilidad los productos habituales propios de climas suaves,
incluso las frutas tropicales más exóticas se muestran ante nuestros ojos con
todo su esplendor.
La globalización
efectivamente, nos ha permitido disfrutar y compartir muchas de las delicias
gastronómicas de los cinco continentes.
Resulta insospechado poder
elegir para nuestros desayunos o para nuestra macedonia de frutas un kiwi de
Nueva Zelanda, junto con una piña de Costa Rica.
Este fenómeno ha sido
especialmente llamativo en una buena parte del litoral meridional mediterráneo,
donde han surgido en apenas veinte años los cultivos de invernadero.
Desde la costa de Almería y
Granada multitud de hortalizas se
exportan a todo el Continente Europeo y buena parte del resto del mundo durante
prácticamente todo el año.
De forma insospechada uno de
los mayores contaminantes, el petróleo, nos ha permitido extraer un polímero translucido
derivado de sus moléculas de carbono, que ha sido decisivo en el desarrollo de
cultivos inteligentes.
Solo un inconveniente, la
dificultad de reciclaje de este compuesto con una vida media de unos 400 años.
Un grave problema mundial
cuya difícil solución puede encontrarse de nuevo en la naturaleza.
Recientemente los estudios
realizados por la doctora Federica Bertocchini del CSIC (Consejo
Superior de Investigaciones Científicas de España) junto con la Universidad
de Cambridge han descubierto que el gusano de la cera, un
inofensivo animalito que parasita las colmenas, es capaz de devorar este
compuesto tan nocivo.
Otra paradoja. Ha sido un
descubrimiento casual debido a la afición de esta científica por las abejas.
Toda una lección de
convivencia que nos enseña de nuevo la propia naturaleza.
Después de esta
reconfortante noticia y volviendo a nuestras cocinas podemos pensar que uno de
los cultivos más atractivos de la nueva temporada es quizás el tomate.
Ya hemos estado contando cosas
muy interesantes de esta hortaliza, efectivamente su atractivo aspecto nos dice
mucho.
Desde sus propiedades
beneficiosas para la salud, sin olvidar su apasionante historia desde que llego
a Europa, desde el Nuevo Mundo y su delicado sabor se adaptó perfectamente a
nuestra forma de comer, siendo en la actualidad un ingrediente prácticamente
indispensable en cualquier recetario.
Después de esta extensa
introducción vamos a contar como hacer otra sencilla ensalada con nuestros
tomates dándole una cierta importancia muy merecida por esta hortaliza.
Una pequeña fiesta
vegetal para celebrar las nuevas buenas noticias que nos auguran un
futuro algo más agradable.
Nuestros ingredientes son
fáciles.
Un buen tomate algo maduro, un
poco de cebolla fresca y para el aderezo aceite de oliva, sal y vinagre.
En esta ocasión la
preparación de esta ensalada tiene su importancia en la forma de cortar y
servir nuestro tomate, algo de retórica culinaria que os va a
permitir disfrutar de esta saludable comida con todo su esplendor.
Todo este discurso tiene cierto
fundamento porque vamos a introducir otro de esos juguetes para la cocina
de los que hablamos de vez en cuando.
En esta ocasión se trata un
sencillo mondador, que en mi caso particular tiene un valor adicional por tratarse del regalo de
una buena amiga con la que comparto buenos ratos culinarios, a parte de una
entrañable amistad.
Se trata de uno de esos parientes
de hecho que os nombro alguna vez, con los que, junto con la propia
relación afectiva mutua, existe otra paralela y complementaria vinculada a la
cocina.
Es muy posible que muchos de
los que estéis leyendo estas líneas disfrutéis también de este tipo de
relaciones que son prácticamente perfectas.
Antes de seguir con nuestra
ensalada recordaros lo que siempre os cuento, cuando tengáis que hacer un
regalito de cortesía acordaros de los juguetes de cocina.
No hay nada más halagador
que uno de esos artilugios superfluos.
Delantal.
Uno de los grandes secretos
de una buena ensalada posiblemente sea la forma de aliñar sus ingredientes.
La proporción adecuada entre
lo agrio, lo salado, e incluso lo dulce, una delicada alquimia que bien
ejecutada nos va a permitir matizar y complementar el sabor del resto de
acompañantes.
Un primer paso importante en
nuestra ensalada es la maceración de la cebolla fresca.
La cortamos en trozos no muy
grandes y la rociamos con zumo de limón y sal y la reservamos.
Estos componentes van a
liberar a la cebolla de una parte de su jugo que puede resultar excesivo.
Vamos cortando los tomates,
es ahora donde nuestra ensalada requiere algo de talento artístico.
Tenemos que quitar
la piel de los tomates, un proceso que es bastante fácil, sobre todo si
nos ayudamos de un buen artilugio, es el momento de recurrir a un mondador.
Estos aparatitos son una
buena ayuda en nuestra cocina, sobre todo si recurrimos a uno de cierta calidad.
Si nuestro mondador dispone
de una buena cuchilla nos va a permitir pelar frutas, hortalizas y verduras con
bastante precisión.
Vamos retirando una capa fina
de la piel del tomate de forma circular desde un extremo dando la vuelta de
forma concéntrica hasta llegar al otro.
De esta forma obtendremos una
tira de piel completa.
Es el momento de dedicarle
un poco de creatividad a nuestra ensalada.
Vamos enrollando la piel de
forma concéntrica hasta obtener un rollito algo apretado que apoyamos sobre un
cacharro.
Entonces le damos la vuelta
y aparecerá ante nosotros el resultado
de este pequeño esfuerzo.
Es un proceso muy simple que
merece la pena intentar.
Se puede sustituir el artilugio por un cuchillo bien
afilado.
Cortamos el tomate ya
pelado en rodajas trasversales y disponemos en una fuente.
Es el momento de aliñarlo.
Algo de sal, y orégano
o albahaca.
Como siempre comentamos el
aderezo admite cierta creatividad, según la comida que vayáis a tomar.
El aceite al final para que las
especies se integren con el jugo del tomate, necesita un tiempo de reposo.
Disponemos la cebolleta
fresca bien escurrida sobre el tomate y volvemos a condimentar.
Para los amantes de lo ácido
podéis usar algo de vinagre.
Llega el momento de rematar
nuestro plato con las flores hechas con la piel del tomate.
Las colocamos sobre una base hecha con hojas de hierbabuena.
El resultado depende de vuestra
inspiración, pero seguro que estará perfecto.
The End.
Esta ensalada es un
magnifico comienzo para una comida y acompaña a la perfección a cualquier carne
o pescado.
Sin olvidarnos de una cena
acompañada de algunos quesos.
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