Esta es una de esas preparaciones
de otoño que marca el tránsito hacia las reconfortantes comidas de invierno.
Sus ingredientes nos indican que se acerca el solsticio de invierno.
Es una comida de campo de
verdad.
Una comida silvestre, porque
su ingrediente principal y característico es una planta salvaje.
La tagarnina.
No todo el mundo conoce esta
especie de cardo de tamaño pequeño y espinoso, no solo porque solo se cría en el
área mediterránea meridional y templada, sino que además, es posible que pase
desapercibido para los no iniciados en la recolección de este manjar.
Como casi todos los cardos
su utilización tiene origen en el aprovechamiento del látex que desprende su savia
para el cuajo de leche en la elaboración de quesos.
De ahí un paso a consumirla en guisos y sopas desde bastante
antiguo.
La tagarnina no es la única planta
silvestre que podemos comer, la misma alcachofa, la rúcula y el cardo común son
sus parientes.
Esta planta comestible tiene un aporte
importante de fibras y vitaminas, muy pocas calorías.
Es además un potente diurético
natural. La raíz cocida se considera medicinal.
Vamos a cocinar esta interesante
planta de druida.
Necesitamos unos garbanzos
de buena calidad.
Ya dedicamos una merecida atención
a estas pequeñas reliquias en este blog en el apartado denominado Las legumbres el prodigio ancestral.
Un tercer ingrediente de nuestra
comida es algo de morcilla tierna,
Solo recordar la importancia
ancestral de este embutido en la gastronomía, constituyendo una de las preparaciones
antiguas más nutritivas y sabrosas que se conocen.
También le dedicamos su reconocimiento en este blog
hablando de una de sus variedades más conocidas. La Morcilla de Burgos.
Como veis estamos hablando de
nuevo de una comida completa.
Hidratos de carbono, grasas, proteínas y verduras.
Hidratos de carbono, grasas, proteínas y verduras.
Solo faltaría completarla con
un buen pan que nos garantice nuestra dosis de cereales.
También hay que pensar en un
agradable vino sencillo para cuadrar este círculo perfecto.
Delantal.
La noche anterior los ponemos
a remojo los garbanzos en agua fresca, a ser posible sin cloro.
Ante todo vamos a hacer una preparación
previa importante, uno de los secretillos de esta comida, y de alguna más.
Como siempre os recomiendo
para cocinar al legumbres la olla exprés.
Necesitamos unos trozos de
pan algo duro, unas almendras crudas y dos o tres dientes de ajos pelados
cortados en láminas.
Sobre la misma olla, sobre
un fondo de aceite doramos ligeramente estos ingredientes, hasta que el pan esté
crujiente.
Retiramos y dejamos en un
mortero para triturarlos y añadirlos después a nuestra marmita.
Ahora cortamos fino el
puerro, también podéis usar una cebolla.
Lavamos bien las tagarninas y las troceamos
pequeño.
Reservamos escurridas.
Añadimos al aceite caliente,
rallamos un tomate y añadimos la morcilla sin piel troceada.
Añadimos también
algo de pimiento choricero o pimentón al final.
Es el momento de nuestras
especies, algo de pimienta negra y laurel.
No le sobra algo de comino.
Es también un guiso de algo de vino bueno.
Es también un guiso de algo de vino bueno.
Dejamos sofreír con
paciencia a fuego lento, debe quedar una masa homogénea y menuda.
Cuando esté en su punto
añadimos las tagarninas y los garbanzos y cubrimos de agua.
Cerramos la olla y cocinamos
en torno a ½ hora. Ya sabéis que con las legumbres la sal al final.
Abrimos la olla. Es
conveniente reducir el guiso a fuego lento, incluso algo de reposo mejora mucho
y acentúa el sabor de los ingredientes.
The End
Podéis añadir algo de huevo
duro picado y un buen vinagre una vez servido para el que le guste.
Es una comida para un día
que traiga frío.
Podéis acompañarla de una
ensalada sencilla y también de algún encurtido de sabor intenso, os ayudara a saborear
este delicioso regalo de la naturaleza.
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