Otra vez traemos al rape a nuestras cocinas, un pescado que
se deja cocinar con facilidad con unos resultados siempre satisfactorios.
Ya estuvimos hablando de
este interesante pescado en el rape que quiso ser langosta, de cómo
su versatilidad en la cocina es prácticamente ilimitada.
Su delicioso sabor unido a
una textura inigualable, hacen de este ingrediente marino un componente más que
recomendable para cualquier comida especial.
El rape además tiene cierta
facilidad para dejarse cocinar, no resulta difícil sacarle todo su mejor
partido sin demasiado esfuerzo.
Es la oportunidad para los
no iniciados en el mundo de los fogones de adentrase en ámbitos algo
sofisticados de la gran cocina.
Esta receta es además
bastante sencilla, es una de esas comidas que cualquiera puede cocinar.
El rape es una criatura
tímida, un depredador voraz que vive habitualmente en los fondos marinos de
casi todos los mares de clima templado.
Un pescado blanco bastante
abundante en nuestros mercados que se encuentra en el repertorio de muchos
recetarios tradicionales siempre asociado a comidas bastante valoradas.
Posiblemente esta pueda ser
una de ellas.
Los ingredientes son
bastante sencillos, un rape, almendras,
cebolla y ajo. Para condimentar, pimienta
negra, algo de laurel y vino blanco seco.
Necesitamos un rape fresco, aunque también podemos
utilizarlo congelado respetando los tiempos necesarios para poder cocinarlo.
Desechamos el hueso
central y la cabeza, normalmente nuestro
pescadero lo hace bastante bien. El rape es un pescado que apenas tiene
espinas.
Con los desperdicios podemos
elaborar un caldo corto.
Utilizamos un cazo amplio,
añadimos los despojos y cubrimos con agua clara, esperamos a que rompa a hervir y retiramos inmediatamente del
fuego. Dejamos en reposo.
Eliminamos la piel y
limpiamos bien.
Usaremos una cazuela amplia.
Ponemos a calentar un fondo
de aceite, salteamos los ajos, algunos granos de pimienta, laurel,
dejamos cocinar a fuego bajo.
Rallamos la cebolla. La
proporción puede ser una cebolla grande por cada ½ Kg de
rape.
Es importante rallarla para
el resultado final, ya hemos comentado la importancia de este ingrediente en
nuestra cocina y como la forma de cocinarla influye bastante en el resultado
del sabor y textura de nuestra comida.
Al rallarla pierde parte de
su jugo y resulta algo más suave. Necesita cocinarse a fuego suave, a ser
posible tapara para que no llegue a quemarse. Necesitamos llegar a obtener una
mezcla homogénea dorada.
Añadimos entonces el rape
entero, y doramos ligeramente para conseguir sellar su carne. Lo
hacemos con paciencia para que quede bien por todos sus lados
.
Cuando este hecho
espolvoreamos con una cuchara de harina, dejamos que se tueste, si
hiciera falta añadimos algo más de aceite.
Vamos triturando las almendras,
unos 100 gramos son suficientes.
Añadimos la almendra
procurando que se tueste ligeramente.
Es el momento de aromatizar
nuestra comida con un buen vaso de vino blanco a nuestra cazuela,
dejamos que evapore el alcohol.
Con el fuego algo más vivo
añadimos el caldo resultante de haber hervido los restos.
Se puede
sustituir por algún caldo de pescado o marisco.
Dejamos cocinar a fuego medio dando la
vuelta cada cierto tiempo, no debemos alejarnos, es una comida bastante rápida,
unos 10 minutos por cada lado.
Cuando comprobemos que está
bien cocinado retiramos el rape y dejamos espesar la salsa con un fuego suave hasta
que adquiera una textura algo más sólida.
Encendemos el horno para que
este caliente.
Colocamos el rape en un cacharro
refractario, y cubrimos con la salsa.
Calentaremos en el horno en el último
momento.
The End.
Servimos caliente, podéis
triturar la salsa para servirlo cortado.
Sera un sabor difícil de
olvidar.
Cualquier verdura acompañara
perfectamente este delicioso plato.
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