Esta es una comida tan
sencilla como saludable y apetecible.
Los champiñones es una de
las variedades de setas comestibles más común.
El más conocido es el
denominado champiñón de París, que se anda cultivando por el hombre desde finales del siglo
XVIII, y que tuvo un gran auge en esa ciudad en los tiempos de Napoleón.
En la actualidad son muy
comunes en nuestros mercados durante prácticamente todo el año, ya no se trata
de una rareza de temporada.
El champiñón aporta las múltiples
ventajas de muchas de las setas.
En el caso concreto de esta
variedad destaca su bajo contenido en hidratos de carbono, una proporción importante
de agua casi un 90%, lo cual no le impide tener una serie de nutrientes muy
ventajosos para nuestro organismo, sobre todo minerales.
El potasio, que lo convierte
en un potente diurético natural, con todas las ventajas que supone para nuestro
sistema cardiovascular.
Otro de sus minerales
interesantes es el selenio que es uno de los mayores antioxidantes.
El aporte de vitaminas del
grupo B supone que el champiñón sea valioso para el crecimiento de uñas,
cabellos, huesos, la vista y el sistema nervioso.
En general es un potenciador
de nuestras defensas.
También se le atribuyen con
cierta razón poderes medicinales, al contribuir a la eliminación de metales
pesados de nuestro organismo y mejora de la fertilidad.
En esta ocasión vamos a
utilizar champiñones frescos, a ser posible de un tamaño medio grande.
Primero lavarlos bien. Conviene
separar la cabeza del tronco de la eflorescencia, donde es normal que tengan
aún algo de tierra.
Se corta la parte terrosa y
se dejan en agua durante algún tiempo, separados en sus dos partes.
Delantal
Esta es una comida de
elaboración bastante simple cuya única complicación consiste en tener que
prepararla en dos partes y después unirlas para rematar el plato.
Pero nada que
no compense la experiencia de saborear su delicioso resultado.
Por un lado cocinamos los
champiñones que deben estar escurridos y bien secos.
En una sartén bien caliente
amplia con un fondo de aceite que puede mezclarse con algo de mantequilla,
colocamos los champiñones con la cabeza hacia arriba con el fuego moderado.
Dejamos cocinar sin prisa.
Mientras andaremos troceando
los troncos de estas setas de forma menuda, haremos lo mismo con una cebolla lo
más dulce posible.
Tendremos otra sartén con
algo de aceite, añadiremos la cebolla muy picada con algo de ajo, no demasiado,
según valoréis a este interesante ingrediente.
Dejamos cocinar sin prisa a
fuego lento removiendo de vez en cuando. Cuando notemos que esta cocinado
añadimos los champiñones y algo de perejil picado. Dejamos cocinar, añadimos
algo de sal y pimienta negra molida.
Cuando los ingredientes
estén cocinados añadimos una cucharada de fécula de maíz disuelta en un vaso
pequeño de vino blanco seco, Movemos suavemente hasta que se tueste y conseguir
una masa homogénea de buen aspecto.
Reservamos.
Debemos remover con
delicadeza la sartén vecina evitando que los champiñones se peguen.
Normalmente estas setas
contiene una parte importante de agua que se ira diluyendo con el calor, dando
lugar a una salsa que evitara que se tuesten demasiado y que se ira espesando
conforme avance la cocción.
Si viéramos que se reseca
demasiado podemos tapar la sartén para evitar la evaporación y mantener el
jugo.
Entonces les damos la vuelta
y colocamos la cabeza sobre la sartén dejando el hueco hacia arriba y los
iremos rellenando con la preparación anterior con cuidado.
Podemos hacerlo para
mayor comodidad sobre una tabla.
Dejamos cocinar algún tiempo
hasta que la cabeza de los champiñones este algo dorada.
The End.
Podéis tener esta comida
hecha con antelación y calentarla en el horno.
Esta es una comida perfecta
para un entrante de alguna cena, también la podéis utilizar como acompañamiento
de alguna carne como el pato.
En realidad es una comida
tan versátil que podéis utilizarla con casi todo y en cualquier época.
Si la probáis seguro que la
tomareis muchas veces.
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