Esta es otra de esas comidas
que llega del recuerdo.
Un recuerdo del norte de
Italia.
Un restaurante sin
importancia, uno de esos bares de carretera con cierto encanto que por
casualidad se cruza en nuestro camino. Una elección posiblemente guiada más por
alguna intuición que por el azar.
El resultado, una comida que
se queda retenida en nuestra memoria.
El recuerdo agradable de
unos sabores que somos capaces de recomponer pasado el tiempo.
Pero no solo los sabores de
aquella sencilla comida se quedaron en mi memoria, también recuerdo su aspecto
detrás de una vitrina.
Señale con el dedo, por no
estar muy seguro de expresarme correctamente en el idioma del país y la
complacida cara de la dependienta acompaño a estas palabras.
¿La quiere usted caliente? Esta recién hecha.
Resultaba evidente que había que tomarla así. Y que
además mi elección era acertada.
Efectivamente se trataba de
una comida popular del lugar y según me confeso mi amable interlocutora,
aquella concretamente, estaba hecha con la receta de su casa, la receta de su
infancia.
En realidad se trata de una
comida bastante sencilla, localizada en la zona de la ciudad de Parma, emparentada
con toda la secuencia de empanadas y tortas rellenas muy comunes en toda la
zona del levante español, Cataluña y Aragón.
Algunos de vosotros habréis oído
hablar también del pan stromboli, un pariente
siciliano cercano de nuestra rosca, donde la alusión a su nombre le viene de la
explosión del queso mozzarella que
surge desde su interior al hornearlo.
De nuevo la historia se
mezcla en nuestras mesas.
No es difícil suponer que la
enorme relación en el tiempo entre las zonas del litoral mediterráneo español y
esta parte de Italia haya dado lugar a interesantes mestizajes entre comidas.
El ducado de Parma y de la
vecina Piacenza, estuvieron vinculados políticamente desde principios del siglo
XVIII y con ciertos periodos irregulares
en el tiempo, a la corona de España, hasta la reunificación de Italia hacia
finales del siglo XIX.
FELIPE I DE PARMA PINTADO POR JEAN RANC |
Esta especie de masa rellena
tiene bastantes variantes, voy a trascribiros la que probé en aquella
ocasión, pero vosotros mismos podéis interpretar esta receta.
Se trata de una especie de
empanada rellena de carne, donde el ingrediente principal es la salchicha.
Un embutido bastante
especiado muy común por aquella parte del país y del que ya hemos estado
contando cosas en este blog.
Ya nos
habla de esta salchicha el propio Leonardo da Vinci, es muy común
encontrarla como ingrediente imprescindible en la reconocida salsa boloñesa.
Vamos a adentrarnos en este
suculento e interesante plato que nos va a servir para cualquier comida
agradable en nuestra casa o incluso para llevárnosla de excursión.
La masa de esta comida suele
ser la misma que se utiliza de base para las pizzas, con lo cual es muy fácil
de encontrar en nuestros comercios habituales, os aconsejo usar una de buena
calidad.
También podéis lanzaros al
apasionante mundo de amasarla vosotros mismos. Agua, harina, sal, y algo de
levadura.
Hacemos una masa homogénea bien
trabada con su tiempo de reposo al fresco.
Ahora viene el relleno, que
es sencillo pero peculiar, sus ingredientes son importantes para conseguir el
sabor exacto.
Algo de salchicha fresca de
buena calidad, salami, algo de tomate natural rallado, huevo duro picado,
aceitunas y queso de tipo parmesano maduro para rallar.
La elección del tipo de
queso de Parma es importante por su sabor característico, elaborado con leche
de vaca, macerado y bastante curado, lo cual le da un sabor peculiar y una
textura dura que permite rallarlo o cortarlo menudo.
Pero podéis utilizar algún
otro queso de los muchos que podemos encontrar con cierto parecido.
En este caso yo he utilizado
un queso de cabra denominado Payoyo, de la sierra de Cádiz, en España, debido a
la variedad de cabra payoya con cuya leche está elaborado.
Un interesante queso que ha
traspasado merecidamente las fronteras de su lugar de origen y que debéis de conocer.
Mientras nos vamos
preparando ponemos unos huevos a cocer con agua y sal. Unos 10 minutos son
suficientes.
La cantidad dependiendo del
tamaño de nuestra rosca, como referencia para una base de pizza normal
necesitamos dos huevos.
Partimos la salchicha
sin piel en trozos menudos, hacemos lo mismo con el salami.
En una sartén con un fondo
de aceite refreímos un poco de cebolla en trozos muy pequeños. O
mejor rallada. Añadimos la salchicha y dejamos cocinar no demasiado tiempo.
Añadimos entonces el tomate
rallado, no demasiada cantidad como ½ tomate para la proporción que
manejamos.
Dejamos cocinar suavemente
añadiendo un poco de orégano.
Cuando notemos que esta cocinado dejamos reposar sin calor.
Pelamos los huevos
duros y los picamos en trozos pequeños, mezclamos con las aceitunas
también troceadas.
En este caso hemos utilizado
unas aceitunas negras.
Rallamos el queso,
o lo cortamos en trozos muy pequeños si no estuviera muy curado.
Añadimos todos estos
elementos del relleno a la sartén y mezclamos muy bien para que intercambien sus sabores.
Añadimos también un huevo batido para hornear.
La sal escasa porque los ingredientes la tienen en abundancia y se va a potenciar con el calor.
Vamos encendiendo el horno
fuerte. Ahora le toca a la masa.
Extendemos nuestra base
de pizza hasta conseguir un rectángulo de forma regular.
Añadimos el relleno de forma ordenada de tal forma que podamos formar un rulo con la masa.
La
técnica consiste en dejar una parte final de la masa sin relleno para poder
cerrarla.
Ordenamos bien y le damos
forma de rosca.
Puede compensar la falta de práctica usar un molde de horno de forma circular.
Puede compensar la falta de práctica usar un molde de horno de forma circular.
Una vez tengamos nuestra rosca la colocamos sobre papel refractario y la cubrimos con la yema de un huevo batida.
Horneamos hasta que vaya adquiriendo un tono dorado, no requiere demasiado tiempo, entorno a unos 20 minutos.
El tiempo de preparar una
ensalada agradable.
Sacamos del horno y dejamos
enfriar al aire. Podemos tomarla templada o incluso fría.
Si os sobra algo, pensar en la
merienda.
The End.
Se deja acompañar por alguna
ensalada sencilla o un tomate bien aliñado.
Vinos, cualquiera desde
tintos o algún blanco frío.
Es también una buena ocasión
para recurrir a los vinos italianos. Si tenéis a mano probarla con un lambrusco
o un chianti
bien fríos.
Es una estupenda comida que
os sorprenderá por su intenso sabor mezcla de sus ingredientes, que en mi caso
no hubiera sido capaz de adivinar de no ser por la simpática camarera que no
tuvo ningún inconveniente en compartir conmigo esta comida de su infancia.
No olvidéis que les
encantara a los niños. Es posible que vuestros hijos también recuerden algún
día esta comida.
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