Esta es una comida española antigua.
Sus orígenes son confusos,
parece ser que se remonta a la época árabe, puede que se trate de una comida Andalusí.
Aunque cabe la posibilidad
de que sea un guiso de la vieja Cocina Occitana.
La etimología de su nombre
hace referencia a petite-oie, refiriéndose al guiso de un pequeño ganso. Carne
muy común en la ancestral cocina del Languedoc.
Pero también su elaboración
y sus ingredientes son andalusíes sin duda.
Las almendras, el azafrán y
el laurel.
No es difícil pensar que se trate de un mestizaje agradable entre ambas culturas, fruto del festejo de algún armisticio, o de una boda entre una princesa cristiana con el regio descendiente de algún califa.
No es difícil pensar que se trate de un mestizaje agradable entre ambas culturas, fruto del festejo de algún armisticio, o de una boda entre una princesa cristiana con el regio descendiente de algún califa.
Sea como fuere es una comida
muy apetecible, que se puso de moda en España durante el siglo XIX, siendo una
de las favoritas de la reina Isabel II de España, junto con el bacalao con tomate.
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LA REINA ISABEL II DE ESPAÑA PINTADA POR DIONISIO FIERROS 1.853 |
Entrando así en el
repertorio castizo de la buena cocina tradicional española. Tal como también nos cuenta
el libro Carmencita o la buena cocinera.
Aunque hoy en día se está
perdiendo de nuestros recetarios y menús, vamos a intentar dedicarle un
merecido recuerdo.
Uno de los ingredientes
importantes es el ave a guisar, aunque se puede hacer con cualquiera, de hecho
en la receta original se utilizaban despojos de cualquier volátil.
Yo aconsejo hacerla con gallina,
a ser posible de campo. Debido a que
este tipo de ave aporta una sustancia particular a los guisos, que en este caso
es importante para un resultado satisfactorio.
Voy a contaros la receta que
recuerdo de mi infancia, la que se elaboraba en mi casa, con algunos matices
interesantes.
Aunque hay bastantes
versiones de esta comida, todas tienen la misma raíz común. Son dialectos de un
mismo idioma.
La esencia de este plato os
va a resultar muy fácil de entender.
Delantal.
Insisto, es importante hacer
el esfuerzo de conseguir una gallina de campo, preguntar en vuestra carnicería
habitual, es posible que no sea difícil.
El primero consiste en
elaborar un caldo con nuestra gallina. Debe estar troceada en partes no
demasiado grandes, normalmente nuestro carnicero lo hace bastante bien.
La carne de este tipo de
aves silvestres es bastante recia y algo dura debido a su abundante musculatura.
Nada que no pueda resolverse con más tiempo de cocción.
Yo aconsejo utilizar la olla exprés, no solo aligera nuestros tiempos, además nos da la cocción ideal para
nuestra comida.
Ponemos un fondo de aceite y
manteca de cerdo, este ingrediente es bastante importante, nos recuerda sabores
antiguos.
Añadimos varios ajos troceados, dos o tres hojas de laurel, y algunos granos de pimienta negra. Dejamos dorar ligeramente, entonces vamos añadiendo los trozos de gallina sellándolos bien por todas partes.
Es conveniente hacerlo por
tandas, e ir añadiendo algo más de aceite y manteca, si hiciera falta.
Cuando tengamos todos los
trozos de carne sellados, los incorporamos a la olla y añadimos un vaso de vino
de jerez seco. Como siempre os cuento, elegir un vino bueno, dejamos evaporar
ligeramente, añadimos un poco de sal, perejil y cocinamos.
Por daros una referencia,
para una gallina de tamaño medio aproximadamente ¾ de hora.
Se trata de un interesante
guiso de marmita que nos traslada a cocinas de otras épocas. Cocinas donde los
fondos eran parte fundamental de la elaboración de un buen plato.
Ahora empezamos con nuestra pepitoria.
Necesitamos un puerro y una
cebolla grande para una gallina. Troceamos menudo.
En un mortero picamos
almendras bastante finas, como una taza mediana llena. Picamos algunas más a un
tamaño algo mayor. Reservamos.
Utilizaremos una cacerola.
Un fondo de aceite, sofreímos ligeramente el puerro y la cebolla, cuando estén algo
reblandecidas añadimos la almendra molida, y dejamos que se tueste, si hiciera
falta añadimos algo de aceite.
Distribuimos los trozos de
gallina, añadiendo dos cucharadas soperas de harina y cubrimos con el caldo y removemos
con cuidado.
Uno de los secretos de esta receta es añadir azafrán,que hemos tostado previamente, para arrancarle todo su sabor, lo utilizamos disuelto en algo de caldo.
Una vez comience a hervir añadimos también dos yemas de huevos duro picadas, el resto de las almendras menos picadas y
algo de perejil. Corregimos la sal.
Dejamos cocer a fuego medio
durante 20 o 30 minutos, sin tapadera para que evapore y espese, removiendo de
vez en cuando con delicadeza.
Al final de la cocción cuando notemos que la
salsa tiene cierta consistencia podemos tapar la cazuela.
The End.
Esta es una comida contundente, que se debe tomar bien caliente, aunque puede reservarse teniendo precaución, al volver a calentarla, añadir algo más de nuestro caldo, para que no espese demasiado, cosa que suele ocurrir con todas las comidas que llevan harina.
Parece ser que en la receta
original se usaba solo la yema de huevo para trabar la salsa. Se trata de un
recurso ancestral, como bien nos explica el señor Benavides Barajas en su interesante libro; Nueva-clásica Cocina Andalusí.
Espero que disfrutéis de esta
deliciosa reliquia.
Yo suelo tomarla sola, sin
acompañamientos, sin embargo no olvidaros de un buen pan, que os hará falta.
Y por supuesto algo de vino
tinto.
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