La elaboración de las
verduras en nuestras cocinas tiene múltiples posibilidades, tantas como ventajas para nuestra salud.
El más que recomendable consumo de los productos verdes, con todo el aporte de vitaminas, minerales,
algunas proteínas y ausencia de otros elementos poco adecuados a nuestra vida
sedentaria, pero tropieza con la enorme versatilidad de los hidratos de carbono,
azucares y grasas para cautivar a nuestro paladar y satisfacer plenamente nuestro
apetito.
Ya hemos estado hablando en
este blog del interesante sentido del quinto sabor denominado umami
descubierto a principios del siglo XIX en Japón, una sutil definición
asociada al enorme placer de saborear la comida, un instante que acompaña a los
alimentos y sus condimentos para llegar
a apreciar lo verdaderamente sabroso.
Cualquier preparación que
nos ayude a obtener las mejores propiedades de los vegetales es siempre
bienvenida en nuestra alimentación cotidiana.
Vamos a intentarlo con los
calabacines.
Ya hemos estado anunciando
en este blog que esta hortaliza será frecuente en nuestras recetas.
Es posiblemente una de las
verduras más común y versátil en multitud de comidas repartidas por
prácticamente todo el mundo.
Hoy en día el cultivo y
consumo del calabacín esta efectivamente plenamente extendido por muchos países.
Esta es una receta de una
enorme simplicidad lo que no debe llevarnos a pensar que no sea realmente
deliciosa y que seguro repetiremos muchas veces.
Se trata en definitiva de
una comida de acompañamiento que se lleva a la perfección con otras muchas,
tantas como vuestra imaginación os sugieran.
Delantal.
Vamos a utilizar un calabacín
común, conviene que no esté demasiado madura para que no contenga muchas
semillas.
Lo lavamos y partimos
longitudinalmente.
Ahora vamos a necesitar un
artilugio, un pequeño aparato insignificante que con la simple fuerza motriz de
nuestra mano es capaz de extraer la pulpa con una forma esférica perfecta de un
tamaño regular.
No requiere demasiad técnica
y este pequeño esfuerzo merece la pena.
Una vez hayamos vaciado bien
nuestras verduras las reservamos con un poco de sal.
Usaremos una sartén amplia
donde pondremos un poco de aceite y mantequilla a fuego
moderado.
Añadimos las bolitas del calabacín
e iremos cocinando con algo de atención procurando que estén bien selladas por
todas partes, nos ayudamos de una pala de madera para no estropear la forma esférica.
Iremos notando que el calabacín
va tomando un tono dorado lo que nos indica que esta cocinado por fuera y
empieza a cocerse en su interior.
Debemos utilizar un fuego
algo fuerte para sellar bien el exterior con al precaución de que no llegue a
quemarse.
Añadimos algo de pimienta
negra molida y ajustamos la sal.
Respecto a las especies podemos
tener también algo de creatividad, según la comida a la que penséis acompañar.
Comino, pimentón, jengibre, azúcar…
The End
Este sencillo plato nos servirá
para acompañar a otras muchas comidas desde pescados, carnes, pasta, huevos,
incluso a alguna otra verdura.
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