Otra sencilla sorpresa ligera y agradable.
Una mezcla acertada de dos
ingredientes, aparentemente dispares, ofrecen un resultado con sabores
insospechados.
De nuevo la combinación de
comidas ya elaboradas, puede ofrecernos una dimensión de matices de sabor
difíciles de adivinar.
En este caso unimos dos
productos algo diferentes.
De un lado un producto del
mar, unos mejillones en escabeche.
Una suculenta comida que se
puede encontrar enlatada con bastante facilidad. Una conserva muy popular en
España, que se acostumbre tomar en el aperitivo.
El escabeche es un marinado
tradicional de zonas de secano, posiblemente de origen árabe, que tiene como
objeto permitir la conservación de alimentos perecederos.
Son habituales los de
pescado como, sardinas, atún, y mejillones. Aunque también los de carne como
perdices, pollos y pichones.
El interesante sabor de
estos bivalvos se diversifica al estar fritos en una salsa de sabor intenso,
que tiene como ingrediente principal el laurel y el pimentón.
Por otro lado vamos a utilizar una crema de
queso.
Un producto de orígenes
antiguos que en el devenir de la industria alimentaria ha llegado a ser muy
popular.
Se trata de realizar un queso de sabor y textura mucho más cremosos que el habitual, al suavizar el cuajo de leche mediante nata.
Se trata de realizar un queso de sabor y textura mucho más cremosos que el habitual, al suavizar el cuajo de leche mediante nata.
El resultado es una pasta
homogénea de color blanco de un intenso sabor.
La unión de estos dos
ingredientes nos trae a la memoria las antiguas combinaciones de salazones y
huevas de pescado y crema agria tan común en los países nórdicos y que tenía
como objeto aligerar la digestión de los recios ahumados y huevas crudas mediante
este primitivo derivado lácteo.
Y hemos hablado de estos útiles
mestizajes de comidas en la famosa receta de Blinis Demidof.
Delantal.
Buscamos una conserva de mejillones
en escabeche. Abrimos y reservamos separando la salsa de los moluscos.
Necesitamos una procesadora
potente.
En un cacharro adecuado ponemos
la crema de queso, algunos gajos de cebolla y unas gotas de una salsa algo picante
como tabasco o similar.
Añadimos los mejillones sin
el jugo. Vamos triturando y conforme espese añadimos algo de la salsa hasta
obtener una textura consistente.
Cuando este bien mezclado
obtendremos una crema con un atractivo color anaranjado.
Podemos servirlo en un
cacharro agradable y tomarlo directamente, o distribuirlo en algún tipo de tartaleta
añadiendo algún encurtido como una aceituna o una alcaparra.
The End.
Os recomiendo un aperitivo
frio, una cerveza, un vino generoso, o
un vermut.
Os sorprenderá el ligero y
delicado sabor de esta atrevida mezcla que dispondrá nuestro paladar para cualquier
obsequio gastronómico que le siga.
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