El esparrago es otra de esas
verduras prodigiosas para nuestra salud que debe estar presente de forma
habitual en nuestra dieta.
Este sencillo tallo de crecimiento perenne tiene una serie de ventajas muy importantes, no solo el conocido aporte
de fibra, es también muy diurético y un potente antioxidante. Los últimos estudios realizados
confirman además que es eficaz en tratamientos antitumorales.
Está con nosotros desde la colonización
romana, parce que proviene de Persia, es una planta vivaz de muy fácil cultivo
que se reproduce anualmente.
Su consumo llego a ser
considerado bastante sofisticado por la cocina francesa allá del siglo XVIII. Derivando,
durante todo el siglo XIX, hacia la cocina de la alta burguesía.
Aun hoy en día sigue
teniendo bastante prestigio y forma parte del repertorio de las grandes
comidas.
De hecho la receta que hoy
vamos a ver proviene de la deriva de una conocida preparación atribuida a Madame Pompadour, según nos recuerda Alejandro Dumas en su Gran Diccionario de Cocina.
Por aquellos tiempos se les atribuía a los espárragos propiedades afrodisíacas.
Por aquellos tiempos se les atribuía a los espárragos propiedades afrodisíacas.
El más común es el blanco pero existen otras variedades de cultivo como los verdes y los violetas, los más apreciados los espárragos silvestres, que en la actualidad se están cultivando en España y Marruecos.
Hay que hacer un inciso
obligado. La producción de espárragos tuvo un gran auge hacia la década de los
años 80 en España, donde existe una Indicación Geográfica Protegida en Tudela,
Navarra. Tradicionalmente también se han cultivado en Aranjuez.
Su cultivo se extendió por Extremadura
y Andalucía, de tal forma que de ser un producto exclusivo, paso a poder consumirse de forma generalizada con una
buena relación entre precio y calidad.
Las dificultades en su
cultivo radican en que debido a las características de esta planta agota los
terrenos productivos, obligando a un barbecho de no menos de 7 años. Lo que da lugar a su traslado y de su especializada mano de obra, a otros lugares.
A pesar de que la denominación
de origen se siga situando en Navarra.
En la actualidad el mercado
se ha saturado de espárragos que llegan desde sitios tan dispares como China, Perú,
o Marruecos. Con una diferencia en su precio muy importante respecto a los
producidos en Europa, debido a que el sistema productivo de alguno de estos países
se basa en una mano de obra de bajo coste, que llega incluso a compensar la complicada logística que supone tenerlos en nuestros mercados.
Creo que como siempre es importante
tener toda la información de los alimentos que vamos consumir y así poder decidir que producto
comprar.
Delantal
Necesitamos unos espárragos blancos
de buena calidad, preferiblemente gruesos.
Podemos utilizarlos frescos
y cocerlos o bien alguno en conserva de las muchas que encontramos fácilmente de
bastante calidad.
Encendemos el horno.
Una fuente refractaria algo plana
y amplia para poder distribuirlos de forma homogénea.
Colocamos algo de
mantequilla sobre la parte superior de los espárragos, no demasiada cantidad.
Espolvoreamos con algo de
sal, si la mantequilla fuera salada eliminamos este ingrediente. Nuez moscada y
pimienta negra molida.
Podéis añadir también un
ligero toque de limón.
Introducimos la fuente en el
horno no demasiado tiempo, hasta que la mantequilla se haya fundido.
En ese
momento terminamos de hornear con la parte alta del horno hasta que la parte
superior comience a dorarse ligeramente.
The End.
Servimos calientes.
Es evidentemente una comida inmediata, pero como el tiempo de horno es mínimo al podemos cocinar en el momento.
Para acompañar esta comida, que supone un magnifico entrante ligero para una cena, os aconsejo un vino blanco seco, o incluso afrutado.
También merece un champán.
La célebre receta original de madame
Pompadour es trasmitida por Laurent Grimod de La Reynière, abogado francés célebre
por sus apasionados escritos sobre gastronomía.
Vamos a contarla para no
quedarnos con las ganas. Es ligeramente más compleja que la que hemos hecho antes.
Necesitamos cortar los espárragos
en trozos pequeños, de unos 4 o 5 cm. hervirlos, preferiblemente al vapor y mantener calientes.
Vamos a usar en esta ocasión espárragos verdes.
Vamos a usar en esta ocasión espárragos verdes.
Simplemente hay que mezclar, aparte de los espárragos, algo de harina, a ser posible de espelta y yema de huevo, junto con la mantequilla, sal, la nuez moscada y un ligero toque de algún vino de agraz, de uva moscatel, según la receta original.
También podemos usar un toque de limón con algo de vino oloroso, o un vino blanco seco.
Se pretende buscar un sabor ligeramente agridulce.
Todo ello cocinado al baño
maría, en el mismo recipiente para servirlo. No dejar que espese demasiado, el fuego debe de ser moderado.
Reunir con los espárragos y
servir inmediatamente.
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