Alain Jaouhari.
Fundación Intermon Oxfam. 2005
Nos encontramos con un libro con
bastante interés. No solo por el recetario, que como adivinareis por el título puede
resultar prometedor.
Evidentemente su autor rinde un homenaje a su madre, a través de la cocina de su casa, la cocina de su infancia.
Evidentemente su autor rinde un homenaje a su madre, a través de la cocina de su casa, la cocina de su infancia.
Pero leyéndolo con
curiosidad hay mucho más.
Hay multitud de libros
escritos sobre la cocina marroquí, sobre todo franceses, pero en realidad
difícilmente suelen ser exactos, el hecho se debe a que la cocina tradicional
del Magreb, y concretamente la marroquí se resiste a ser escrita.
Una cocina intuitiva, hecha
con los sentidos, sin medidas exactas ni formulas, una cocina de aromas y
sensaciones.
Es una cocina popular de
transmisión oral.
El autor hace exactamente
eso.
Gran aficionado a la cocina
desde pequeño, como muchos de los que estamos leyendo esto. El cariño de un
hijo hacia su madre le hace transmitir la cultura culinaria ancestral heredada.
Que mejor homenaje que hacer
lo que habían hecho sus antepasados con su madre, transmitir el saber culinario
y su cultura para que no se pierda en las
cocinas de los tiempos.
Pero en ese afán el autor
hace bastante más.
No solo nos da un recetario,
donde no está todo lo que hay, pero si
la esencia de esta interesante cocina. Además, en su introducción, nos habla de
su forma de vida y su cultura, enlazándola con la comida que la representa.
Ese es en definitiva el
espíritu de este blog.
La introducción es exacta y reveladora.
Nos habla de un matriarcado.
Una influencia femenina en la cultura islámica discreta, aparentemente situada
en un segundo plano, pero no carente de peso específico en la familia, sobre
todo como responsable de la educación de los hijos.
Sin duda una de las
características fundamentales de los matriarcados, comunes aún hoy en día en
muchas culturas, no solo la árabe, y plenamente vigentes en muchas de ellas.
La propia extrañeza de que
un hijo varón primogénito entrase en la cocina, o tuviera interés por ella.
Aunque, curiosamente, nos
aclara un aspecto interesante, los hombres marroquíes se encargan del té y de
las comidas de asados de carne, pero siempre en el exterior, fuera del ámbito de
la cocina.
Nos habla de la habilidad en
la cocina como una de las formas de seducción más apreciadas en una mujer
marroquí, considerada al mismo nivel que la belleza. De ahí la importancia que
suponía atesorar a una hija con una
dote repleta de deliciosas recetas.
El autor nos ameniza con el refrán marroquí que dice; el
hombre durante toda su vida intenta
encontrar de nuevo la cocina de su madre.
Hasta no hace demasiado
tiempo en nuestra propia cultura occidental, una mujer con capacidad de
organizar una buena cocina podía considerarse un buen partido.
No pocos maridos se han
dejado seducir, en su decisión definitiva del matrimonio, por el recetario de
sus suegras, augurando un bienestar reconfortante.
Aunque en muchos casos la
sabiduría acababa con la madre y las tías de la esposa.
Como fue el caso de mi
madre.
En este sentido las recetas
del libro dan buena cuenta de la sabiduría marroquí, no cabe duda de que la
madre del autor es capaz de seducirnos.
Están organizadas según una
distribución bastante convencional, quizás no coincidente con el orden y la
forma en las comidas marroquíes, pero esta distribución más cercana al estándar
europeo, nos facilita su comprensión.
Vamos a ver lo que nos
transmiten el señor Jaouhari y su madre.
Antes una aclaración.
La cocina marroquí tiene un
enorme interés, porque se trata de una forma de cocinar ancestral y autóctona
que ha permanecido invariable desde múltiples generaciones.
Se resistió a la influencia
de la comida Turca, que fue paralela al dominio Otomano del Mediterráneo, que llego
hasta bien entrado el siglo XVIII. Sustituido después por la colonización
extranjera fundamentalmente de países europeos, siendo el punto de inflexión la
expedición Napoleónica a Egipto. Y que se desarrolló durante todo el siglo XIX
y parte del XX.
La cocina del Magreb hereda la influencia de la comida del Oriente
Próximo en sus mezclas de dulces y salados y en la importación de muchos de sus
productos.
Esto es debido a la relación
del Magreb con el oriente a través de las rutas de las caravanas que atravesaban
el Sahara, desde la península Arábiga hasta Tombuctú en el río Níger, al sur de
Mauritania y la antigua próspera ciudad de Syilmasa en Marruecos.
Esta ruta, casi secreta
hasta no hace mucho, permitía transportar mercancías valiosas, especias, sal,
colorante, y sobre todo el oro de las minas del Sudan como parte de las rentas
de la familia Omeya exiliada desde Damasco en Córdoba. Evitando así el
concurrido e inseguro pasillo comercial Mediterráneo.
Pero no solo vino la comida
y sus costumbres, también se importó una parte importante de la sabiduría
clásica de Grecia conservada en ciudades como Damasco y Alejandría.
Supongo que si habéis
conseguido leer hasta aquí ya estaréis con ganas de conocer el recetario de
nuestro libro.
No voy a contaros todas las
recetas porque así haréis el esfuerzo de curiosear el libro. Os destaco las que
me han llamado la atención por algún motivo. Pero todas son excepcionales, y ya
seleccionadas por el propio autor y su madre, de la multitud de comidas
marroquíes.
Las recetas son contadas con
una enorme sencillez, nos hablan del sentido de la comida, son intuitivas y sin
reglas específicas. Las minutas de los ingredientes son escuetas y concisas,
las medidas básicas.
Muchas veces las impecables
fotografías de Isabelle Rozenbaum son mucho más elocuentes.
Destacar las ensaladas
marroquíes y platos fríos quizás menos conocidos, algunas os sorprenderán.
La charmoula, especie de
ensalada fría con hortalizas asadas.
La sorprendente bakkoula,
una ensalada fría de malvas para acompañar los pinchitos.
La ensalada de zanahoria con zumo de
naranja, o la ensalada de pepino con tomillo.
Nos habla de la suculenta Harira.
Una sopa reconstituyente que se suele tomar para acabar con el ciclo diario de ayuno
del ramadán.
Una comida que tiene parientes lejanos en la Alpujarra granadina.
Una comida que tiene parientes lejanos en la Alpujarra granadina.
El autor da la merecida
importancia a los tajines o tagine, cuyo nombre hace referencia al
tipo de cacharro para realizarlo.
Una especie de cazuela de barro con tapadera cónica, que permite que el vapor de la cocción vuelva hacia los alimentos, donde se realizan las cocciones a fuego lento, normalmente con los alimentos en seco, lo cual aporta unos matices de sabor insospechados.
Una especie de cazuela de barro con tapadera cónica, que permite que el vapor de la cocción vuelva hacia los alimentos, donde se realizan las cocciones a fuego lento, normalmente con los alimentos en seco, lo cual aporta unos matices de sabor insospechados.
Nos hacen un recorrido por
la mayoría de ellos, tagine, de
carne, de aves, de pescado.
Por nombraros alguno;
Por nombraros alguno;
El tagine de cordero,
membrillo y canela, el de buey con alcachofas y guisantes,
el de pollo con limón y aceitunas…
Los tagine de pescado. El de albóndigas
de sardina, o el de lubina.
Las grandes recetas de
carne, como el pavo relleno de arroz y almendras, o todas las múltiples y
deliciosas formas de tomar el cordero.
El libro también nos pasea
por el cuscús, transmitiendo su elaboración más tradicional.
En el apartado de este blog las grandes comidas encontrareis una receta de cuscús, que supone un interesante
mestizaje de la comida marroquí.
Nos habla también del pan, y de la delicada masa de fino hojaldre crujiente que se usa para muchos platos.
Nos habla también del pan, y de la delicada masa de fino hojaldre crujiente que se usa para muchos platos.
Llegamos a los postres,
algunos de los cuales son para los marroquíes platos para comer.
En Marruecos no se suelen
tomar dulces para finalizar las comidas, únicamente algo de fruta.
Las pastas y otros dulces como
los cuernos
de gacela, se reservan para el té y para las ocasiones especiales como
aperitivo de bienvenida.
Nos hablan del m’semen,
una especie de torta sin sal parecida a las crepes que se toman en el desayuno.
La famosa chebakia,
torta de masa de harina frita y aderezada con abundante miel y sésamo, que se suele
tomar en el ramadán.
También nos hablan de
encurtidos y conservas, por supuesto de la importancia de las especies en la
cocina.
La canela y el comino son
imprescindibles. El jengibre, cúrcuma y el agua de azahar, los dulces con el
uso del azúcar y sobre todo la miel.
Si os interesa la comida
marroquí debéis de conocer este libro.
Es como si heredáramos de
alguna forma el legado que esta madre supo transmitir a sus hijos, y el hecho
de que nos pueda interesar nos hace participar en el homenaje de agradecimiento
que el autor le hace al dedicarle este bonito libro.
Hace también un homenaje a
su país, a su cultura y a su forma de entender la vida a través de la comida de
su infancia.
Eso nos acerca bastante a todos.
El señor Alain Jaouhari y su
libro están haciendo algo muy importante, estoy seguro de que es consciente de
ello.
Añadir que el libro fue editado originalmente en francés por Minerva Éditions en 2.002. (Maroc, la cuisine de ma mère)
Ha sido editado en español, traducido
por Fina Marfá, por la ONG Intermon Oxfam, en 2.005.
En el apartado de este blog OTROS SITIOS QUE TENÉIS QUE CONOCER, os remito a un blog de comida marroquí tradicional bastante interesante.
Descubre más sobre los platos típicos marroquíes en:
ResponderEliminarhttps://viajerocasual.com/comidas-tipicas-de-marruecos/