Hablamos de otra de esas
comidas que se hacen con comidas ya hechas.
Una receta fácil con unos resultados sorprendentes, especialmente indicada para los iniciados y
todos los que quieran potenciar sus habilidades culinarias ocultas.
En realidad se trata de todo
un clásico de la comida fácil, un déjà vu
que tiene muchas referencias en bastantes recetarios y en la oferta agradable
de no pocos bares vinculados al concepto de tapa llamado pincho, muy común en
el norte de España, desde donde se ha exportado al resto del país.
Es una comida agradable que
se adapta a cualquier circunstancia, desde un aperitivo de verano al aire libre,
a una cena algo más formal.
Sin olvidar sus posibilidades en nuestros bufés.
Sin olvidar sus posibilidades en nuestros bufés.
Los ingredientes son fáciles
de encontrar de cierta calidad en nuestros comercios habituales.
El salmón ahumado es un
fiambre interesante resultado de salar y ahumar este delicioso pescado para su
conservación, una costumbre de los países de los hielos donde este pescado es
muy abundante.
Ya hemos nombrado a este
interesante pescado en algunas recetas de este blog de sus muchas propiedades
beneficiosas y las recomendaciones para su consumo.
Para acompañar a este
suculento pescado elegimos uno de sus acompañantes habituales, el queso.
Necesitamos un queso graso
fácil de manipular. Algún tipo de requesón o queso fresco del tipo de untar de
sabor suave y neutro.
El sabor de estos quesos supone un contraste
agradable con el salmón ahumado, pero este tipo de uniones viene de lejos.
Se trata de la vieja
costumbre de mezclar pescados en salazón, ahumados y las propias huevas del
pescado como el caviar, con crème fraîche,
una especie de nata agria.
En definitiva un derivado
lácteo capaz de neutralizar el posible efecto indigesto del pescado crudo.
Una comida muy
habitual en todos los países nórdicos desde Polonia a Ucrania, donde se consumen
este tipo de pescados.
Ya estuvimos contando en la
receta de los blinis Demidof la
dificultad de encontrar esta nata agria fuera de los países propios de estos
salazones, peo hay algunas formas de conseguir un sabor similar.
En esta ocasión vamos a
utilizar un recurso sencillo, nos aprovecharemos del sabor interesante de dos
encurtidos. Pepinillos dulces en vinagre y alcaparras.
Vamos a preparar esta
interesante comida que nos trae recuerdos antiguos.
Delantal.
Utilizaremos un salmón ahumado intentando que sea lo menos salado posible.
Hoy en día podemos
encontrar algunas preparaciones más cercanas al marinado con un sabor algo más
suave.
Utilizaremos cualquier queso
blanco de untar graso de sabor neutro,de los muchos que encontramos en nuestros comercios.
Ya
de por si este queso es ligeramente agrio, pero vamos a matizar este sabor
añadiendo los encurtidos en partes iguales, alcaparras y pepinillos.
Necesitamos una procesadora
para hacer con los tres ingredientes una pasta homogénea, la reservamos.
Ahora tenemos que rellenar
el salmón, es algo laborioso pero no nos debemos intimidar, resulta fácil si
seguimos un proceso sencillo y el resultado merece la pena intentarlo.
Extendemos la loncha de
salmón sobre una superficie limpia. Rellenamos el centro con la pasta dejando
el último tercio libre.
Ya tenemos nuestra comida
lista, pero vamos a rematar con un artificio sencillo que nos ayuda a la
presentación de nuestro plato.
Deshacemos una lámina de
nuestro puerro y cortamos una tira de un tamaño pequeño.
The End.
Es una comida perfecta para
una reunión informal, podéis adaptar el tamaño y hacerlo de un solo bocado cortando
los rollitos en trozos más pequeños.
Conviene mantenerlo en frío pero con cuidado de cubrirlo en el frigorífico para que no pierda su buen
aspecto.
Podéis servirlo con un poco
de eneldo.
Descubriréis un contraste de sabores intensos.
Bebida, casi cualquiera.
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